Capítulo 23: Resurgir

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Mis nervios porque mi padre y Alan se conocieran, eran absurdos. Los veía ahora en la cocina de mi casa tomándose algo y parecían amigos de todo la vida.

Mi padre le contaba anécdotas de cuando era más pequeña y más de una vez, mi cara se puso roja como el fuego. Para mí también era un alivio, ahora mi pare sabría donde estaba y así nosotros podríamos empezar a practicar, ya que sólo quedaba una semana para tener que ir a por Alexia.

A la semana siguiente se acabarían también las clases, pero que a mi ahora con todo lo que nos estaba pasando me eran insignificantes, pero que como nuestros compañeros se iban de acampada de fin de curso nos venía extremadamente bien. Habíamos decidió, después de que les contara a Alain y Alan mi sueño con mi madre y Almaris, que nos quedaríamos allí el fin de semana para practicar y pasarlo juntos, haríamos nuestra propia acampada.

Al día siguiente fui a la tienda de antigüedades, esa semana necesitaba todas las horas posibles y no sabía si iba a volver, algo que estaba ahí y que a veces, no me dejaba dormir por las noches.

─Rose, te vamos a echar de menos aquí─ me dijo la señora Nouveau, abrazándome─ la tienda ya no será lo mismo sin ti.

─Gracias, de verdad, pero me iré al extranjero con mi madre y no sé si volveré─ no me gustaba mentir a la gente, pero en esta ocasión era necesario y tuve que fingir, como nunca lo había hecho en mi vida─ si vuelvo, será al primer sitio al que venga.

Me despedí de la señora Nouveau y cogí mi coche para ir a buscar a Carla, ya que hoy iríamos a la casa de Alan y Alain, como todas las tardes. Mi mejor amiga se había enterado ya de todo, estaba muy enamorada de Alain y parecía que las cosas les iban bien, con lo que yo, me alegraba profundamente. A pesar de tener a Alan ella siempre había sido uno de los pilares de mi vida y poder compartirlo con ella y verla feliz, era lo más maravilloso del mundo. Cuando llegamos a la casa, ellos nos esperaban en la entrada. Estaríamos completamente solos esta semana, ya que al practicar y usar poderes, no podíamos dejar que nadie nos viera, de manera que el chófer y el ama de llaves  de Alan, estaban disfrutando de unas vacaciones.

─Hay algo que no entiendo y que aún no me habéis explicado─ dije mientras salíamos a la parte trasera de la casa, donde habían puesto todo lo necesario, para entrenarnos─ ¿Cómo es que tenemos poderes?

─No hay un momento exacto de la historia en que los consigas por arte de magia, cariño─ me empezó a decir Alan, que me tenía agarrada de la cintura mientras caminábamos─ tus antepasados eran unos amantes de la naturaleza, desarrollaron una inteligencia superior y empezaron a aprovecharla, hasta el punto de que de ellos salieron, lo que tu llamas poderes.

─Si, cuando ellos empezaron a usarlo, la noticia se extendió como la pólvora─ continuo, ahora, Alain─ todos aprendieron a usar algo que pasaba de generación en generación, pero los tuyos son de la familia original, por eso y según dicen, podrás usar todos los poderes que rodeen a la naturaleza.

─ ¿Y Alexia?...es poderosa, también─ dije intrigada, pero sin decirles lo que ya sabía por mi sueño.

─Ella hizo un pacto con la magia negra. Las brujas sí que existen, Rose. Almaris es una de ellas, pero buena sin duda, mientras que Alexia, eligió el camino del mal, haciendo un pacto con un alma oscuro, no sabemos muy bien como─ dijo Alain─ sólo diré que hay que tener cuidado con ella, pues he visto lo que es capaz de hacer y todo cuidado con eso es poco.

Los chicos había puesto unas dianas para afinar las punterías, troncos para destrozar, rocas, ruedas viejas, todo para destrozarlo en segundos y practicar las puntería que teníamos los tres.

Amor en las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora