I.-El chico misterioso

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Nota de la autora:
¡Hola de nuevo! Aquí el primer capítulo oficial.
No os olvidéis de votar y gracias por leer, ¡disfrutadlo!
Un beso,
Mer

Talia: Septiembre
Me levanto después de estar despierta pero en la cama veinte minutos, como siempre.
Bajo a desayunar antes de cualquier otra cosa, como siempre.
Todo en esta casa, en mi rutina, sigue igual que cuando tenía 7 años.
Pero la gente falta.
Desde que descubrí la carta, mi madre no me mira a los ojos, y no comprendo demasiado bien el porqué.
Estuve enfadada, con ella, con el resto de mi familia, conmigo misma y con Tomás por no haberme dado el tiempo de conocerle.
Pero lo entendí. Nunca estuve de acuerdo, pero perder a mi padre estando ella ya embarazada, debió de ser traumático, debió de dolerle, y no fue capaz. Lo entiendo e intenté ser comprensible mientras ella se fue durante dos semanas a "visitar a mi tío abuelo". Aunque ya volvió, casi nunca está.
Mi padre (padrastro, en realidad) se mantuvo más ajeno; viaja todo el año, y solo tuvo tiempo de pedirme perdón por no habérmelo contado, por no haberme dicho que mi padre no estaba muerto, si no que me había abandonado.
Lo asimilé pronto, quiero decir, tengo muchas preguntas sin resolver, pero también tengo un padre y una madre, no son maravillosos pero me quieren, incluso mi padre, aunque siempre esté de viaje, me considera su niña pequeña, así que no me puedo quejar.
Es mi familia y ese hombre es un desconocido que por casualidad tiene la misma sangre que yo.
Termino mi almuerzo y subo a mi habitación a vestirme. No sé que ponerme y me sumerjo en mi vestidor a decidirlo, olvidándome del resto. ¡Adoro la moda desde pequeña!
Me decanté por unos vaqueros desgastados pero de color fuerte y una parte de arriba a capas: una camiseta blanca suelta y un jersey corto color verde militar. Me pongo mis botines negros y como de costumbre, es tarde...
Salgo corriendo y cojo el bus en el último momento, miro ni móvil para ver si mi madre me ha hablado.
Ningún mensaje.
***
Primer día de clase.
Asco de vida.
-¡Hola Lia! ¿Qué tal todo?-me saluda mi mejor amiga, Andrea, en cuanto me acerco al grupo.
-Bien, bien. Como siempre.
-¿Lo de...?-dice, arrugando la nariz.
-Bien, sí.
Se refiere a la carta, es la única persona a la que se lo conté. Siempre necesito contar mis cosas a una persona, que suele ser ella, o a veces mi madre, o por lo menos así era.
Empiezan a hablar de otras cosas y yo me despido; tengo una cita a la que acudir.
Me dirijo a la puerta con el cartel que pone "Orientación" cuando de un pasillo sale una chica con la que me choco y se me cae el móvil.
Mientras rezo que esté sin grietas (gracias a mi preciosa funda, no), me agacho a cogerlo justo cuando se abre la puerta.
Lo primero que veo son unas Nike oscuras y unos pitillo negros. Levanto la mirada y me encuentro con unos ojos marrones tirando a verdes enmarcados en un pelo castaño claro.
Me levanto sin quitar la vista y susurro un "Eh, hola".
Me devuelve la mirada y hace un movimiento de cabeza; chico de pocas palabras. No lo conozco y es un instituto pequeño, debe de ser nuevo.
Me vuelvo hacia la puerta, sacudiendo la cabeza, y la abro para entrar.
No.
En definitiva, sus ojos son verdes.


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