VII.-La charla

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Nota de la autora:

!TARÁAAN!

¡He vuelto! Lo siento, lo siento, lo siento. mil lo siento. He tenido mil y un problemas este mes y me ha sido imposible actualizar, pero entre hoy y los próximos tres días subiré algún capítulo más.

¡Gracias por leer!

Talia:

Estoy en mi habitación, después de ducharme, preparándome para cenar.
Hace ya varios días que no coincidimos juntas mi madre y yo en ninguna de las comidas del día y no sé si resultará incómodo.

Me visto con una camiseta y unos pantalones de deporte viejos, y me dirijo a la planta baja.

Llego y procuro respirar tranquilamente para celajarme. No puede ser tan incómodo, al fin al cabo es mi madre.

-Talia-dice.

La miro.

-Sé que tenemos que hablar, pero...

-No, mamá -la corto y ella me mira. Veo sus ojos rojos y siento un nudo en mi garganta, pero sigo hablando-. Ya está todo aclarado. Tomás se fue y nos dejó solas. No busco nada de él, no quiero saber quién es y tampoco por qué nos abandonó-digo, intentando convencerme más a mí misma que a ella-. Nosotros somos más que eso, estamos por encima. Mi papá es Xavier, el hombre con el que estás casada ahora, tenga o no tenga mi sangre. ¿No lo entiendes? Es él el que me crió y es a él a el que echo de menos porque está fuera, no al otro hombre del cuál sólo conozco el nombre y una foto vieja. Esté vivo o muerto no necesito a nadie más en mi vida. Él decidió irse sean cuales sean las consecuencias mamá. Y no sé de quién sería la culpa, pero ambos eráis jóvenes y un error lo pudo haber tenido cualquiera de los dos, pero fuiste tú la que me criaste y fue él el que decidió no quedarse a conocerme. Mi familia es muy pequeña, pero desde luego no hay más hueco para que él entre ahora. No quiero conocerle. Y estoy segura de que él a mí tampoco.

-Cielo... Te quiero-dijo ella, saliéndole las lágrimas.

Me abrazó durante unos minutos, y por fin me volví a sentir como en casa.

***

Dev:

Al irme a vivir aquí, ya había cumplido los 18 años, pero al haber repetido dos cursos por todos mis problemas, seguía en el instituto, y Rebeca se ofreció a darme cobijo, al no vivir demasiado lejos del edificio. Durante un tiempo después de que mis padres muriesen, ella se quedó a cuidarme, hasta que se tuvo que ir por trabajo, y la quiero como si fuese parte de mi familia. Es ella la que consigue hacerme hablar de John o de mis padres sin que la insulte y la quiero más de lo que quiera decir. Es una mujer pequeña, delgada, con el pelo muy corto y la cabeza muy alta. Siempre me ha apoyado incluso de lejos, y de hecho, fue ella la que finalmente me convenció para denunciar al cabrón con el que vivía.

La veo en la cocina y voy a saludarla. Me da un beso y me sonríe, mientras me pregunta qué tal el "paseo". Sé que sabe que salí por otra cosa, pero es lo suficientemente lista para saber que hablaré cuando tenga que hablar. y eso es ahora.

-Es una chica.

-Pensé que era un chico, vaya-dice, rodando los ojos y riéndose.

Levanto una ceja y continúo hablando, ya que me mira expectante.

-Nos hemos besado-suelta un gritito...<mujeres...>- y no sé que hacer.

-¿A qué te refieres?

-Nunca he estado con ninguna chica en serio, pero ella me tiene... loco, no sé-digo, y noto calientes mis mejillas. Me froto el cuello y sigo hablando-No tengo ni idea de que somos ni nada, pero no sé si tengo que decirle algo o...

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