Una semana. Estoy a una semana de irme. Estos últimos días están siendo una completa montaña rusa de emociones.
Por momentos pienso en las cosas que voy a ver, en las cosas que voy a hacer, en lo increíble que va a ser estar en EEUU.
Por otros momentos pienso en lo sola que me voy a sentir los primeros días, lo mucho que voy a extrañar a la gente de España, en que no voy a ver a mi minino y a mi chucha por todo un año.
Es increíble como una persona puede sentir tanto y tan diferente. Como dos sentimientos pueden convertirse en uno. Como la ilusión, el miedo, la esperanza y la pena pueden ir agarrados de la mano.
Aún no ha llegado el día en el que me tenga que ir, decir adiós a todo y a todos y no dejo de llorar.
Hay tantos momentos en los que no dejo de recriminarme por haber tomado esta decisión, por ser como soy, por no poder quedarme donde estoy cómoda. A veces desearía tanto ser una chica que no tuviese este tipo de inquietudes. Querer simplemente una pareja, niños, cada y perro. Sería tan cómodo.
Sin embargo ser lo que soy, tener los sueños que tengo y las aspiraciones que quiero alcanzar, me ha hecho conocer personas a las que jamás les hubiese dado una oportunidad en mi zona cómoda. No juzgo, ni soy de mente cerrada, pero no se necesita a nadie más cuando ya tienes algo fijo.
EEUU está siendo mi gran reto, no sé si voy a poder superarlo. Aún no estoy en el país y ya me siento presionada y superada por toda la situación. Es mi sueño, pero a veces siento que es bonito soñar con algo. Soñando se idealizan ciertas cosas, que luego en la realidad pueden ser completamente diferentes.
A veces siento que doy la impresión de que irme no me hace feliz, y no es así. Estoy contenta, pero hay tanto que dejo atrás. Hay tantas situaciones que va a suceder y yo no voy a poder controlar. Todo eso hace que me sienta a la deriva, que sienta que mi vida, dentro de un año, va a ser un completo y absoluto caos. Y eso me asusta mucho.
