Capítulo 18: 2010 Parte 3

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Las estrellas parpadeaban dulcemente en el cielo nocturno, parecían montones de ojos que me estaban dando apoyo y cariño. Ellas eran la madre que estaba lejos de mí, y la madre que nunca tuve. Madre...quería ver a mi madre. Necesitaba hablar con ella y contarle todo lo ocurrido, no era justo que solo la pudiese ver en los juicios.

Minutos después de aquel momento, me acosté en mi cama y me dormí. Necesitaba pegar ojo, necesitaba relajarme y desconectar de todo...


Y vaya que si desconecté de todo... ni si quiera me había dado cuenta de que alguien me había cogido y que ahora estaba dentro de una furgoneta en una dirección desconocida. Me levanté deprisa y miré a mi alrededor. Todo era... gris, un gris metálico y frío. Y, enfrente mía, había un chico sentado. Miraba al suelo, así que no podía ver su cara; pero lo que si podía ver eran su hermoso cabello color chocolate que se veía suave y sedoso...

Levantó la cabeza y... ¡guau! ¿Cómo era posible aquello? ¿Qué...?

''¿Maric? - pregunté - ¿Eres tú?''

Sus ojos eran verdes, como los de Maric pero... también eran verdes como... ¡los de Ron! Tenía un lío en la cabeza, ¿era Ron o Maric?¿Y por qué los estaba confundiendo? Pero ahora que caía, era verdad que se parecían bastante:

''Caroline – dijo... la voz de Ron –, lo siento.''

¡Madre mía! Buscaba una salida, pero todo eran paredes metálicas. ¿Cómo podía salir de allí?¿Cómo había entrado? Ayuda...

''¿¡Quién eres!? - chillé - ¿¡Ron o Maric!?''

El muchacho agachó la cabeza:

''¿A quién prefieres? - me dijo – Elige y lo tendrás, pero solo podrás tener a uno.''

¿Solo a uno? Quería ver a mi hermano pero... hacía ya bastantes años que no lo veía, tantos que su recuerdo era borroso, su cara estaba borrosa en mi memoria; pero Ron, el había estado conmigo, el era mi mejor amigo, me había enamorado de él... ¡y me había traicionado!

''Yo...- dije – Elijo...''

La camioneta frenó. Habíamos parado, pero ¿en donde? Las puertas de la parte de atrás de la camioneta se abrieron, y salí corriendo por ellas. Afuera había mucha luz, demasiado luz para que un vampiro las aguantase. Era... ¿desierto? Todo era de una tonalidad anaranjada,no había absolutamente nada de color verde; los montes, el suelo y el camino eran amarillentos y anaranjados.

Miré hacia atrás, y Ron o Maric, ya se había bajado de la furgoneta que se marchaba.

''Sígueme – me dijo – y mientras me cuentas a quien elijes''.

El empezó a caminar por en medio del desierto, y yo lo seguí, parecía que no tenía fuerza de voluntad. No podía hacer otra cosa que obedecerlo. Hacía calor, un calor abrasador para estar en Febrero. El sol calentaba con fuerza y no había ni una gota de aire:

''¿No crees que es un ambiente demasiado abrasador para unos vampiros? - le pregunté - ¿Ron?''

El paró en seco y dio media vuelta. Sus ojos estaban abiertos de par en par, y me miraban fijamente a los míos, azules oscuros. Estábamos aun metro de distancia, podía alargar mi mano y tocarle.

''Me has llamado... ¿Ron? - me dijo nervioso y bastante sorprendido al parecer - ¿Por qué Ron?¿No me parezco más a Maric, tu hermano?''

Escucharlas palabras tu hermano, salir de la boca de Ron fue lo peor que podía haberme pasado. Corrí a abrazarle, más bien, salté encima de él. Caímos los dos juntos encima de la arena, el me agarraba por la cintura y yo le rodeaba su cuello con mis brazos. Nuestras caras estaban a unos pocos centímetros de distancia.

''Te he llamado Ron – dije – porque quiero que seas Ron.''

¡Guau! Nunca pensé que aquel comentario acabase en... eso. Una de sus manos subió a mi nuca y me pegó contra él, fundiéndonos en un beso tímido pero dulce. Pero... ¿cómo podía besar tan bien con solo casi doce años? Aunque tampoco es que fuese un beso intenso, solo fue... uno dulce. 

Minutos después nos separamos, y el me levantó a toda prisa.

Continuamos caminando, sin decir ni una sola palabra. Me sentía extremadamente incómoda. Ron estaba tenso, ¿sería por las mismas razones que yo?

Llegamos a una especie de pozetilla, que el abrió y me dijo:

''Debemos bajar ahí abajo; es la Ciudad Subterránea – me miró sin mirarme -¿sabes lo qué es?''

Negué con la cabeza.

''Es el origen de los vampiros – me dijo –. Ahí dentro están los vampiros más longevos que te puedas imaginar, hay algunos que nunca han salido fuera...''

Un ruido extraño empezó a salir de la pozetilla, como quejas y gemidos. Ron introdujo su cabeza allí y... algo tiró de él. Yo, preocupada por mi mejor amigo, también entré a toda prisa.

Caí en una especie de carretera de asfalto... blanda. Era algo desagradable, prefería no saber lo que era. A lo lejos, vi a Ron agarrado por dos grandes vampiros. Corrí hacia él a mi máxima velocidad, pero algo más rápido que yo me cogió por mi brazo y me llevó a dentro de una sala oscura.

Una vez que estaba sentada en una especie de taburete negro, miré al vampiro que estaba enfrente mía. Tenía una capucha, haciendo que no pudiese ver su cara. Pero por la forma de curvar su espalda, se podía saber que era joven:

''¿Caroline McNoliam? - dijo una voz que llegó al fondo de mi corazón, al igual que llegaron una vez los ojos de Ron. Era una voz un poco ronca, pero se veía joven; como la típica voz que tiene un niño al convertirse en hombre.

''¿Quién eres? - me atreví a decir – Deseo saber tu nombre.''

El individuo soltó una especie de risa falsa.

''Mi nombre es Jonathan Monroe – contestó el muchacho - .''

El se quitó la capucha. Vaya. No me esperaba aquello. El chaval que se escondía bajo aquella oscura capucha era un muchacho bastante guapo y atractivo; tenía el pelo rojo como la sangre y ondulado, medio largo por así decirlo, el flequillo le caía con gracia encima de sus ojos, que no eran ni muy grandes ni muy pequeños, ni tampoco estaban muy separados de su nariz pero... lo que realmente sorprendía eran aquellos ojos azules, no azules sino celestes. Un celeste tan vivo y amable. Su nariz se veía un poco grande, pero tampoco quedaba mal en su redondeada y a la vez triangular cara. Sus labios eran definidos y bastante rojos, como si estuviesen pintados con carmín. Encima de sus labios, tenía un gracioso bigote que hacía que pareciese mayor, pero aún así, se notaba que tendría unos 15 años. 




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