Capítulo 5

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Mateo Soria, ¿Quién carajos era él? Cuando la doctora Jones mencionó su nombre, sonó tranquila; casi aliviada.

—Lo siento, pero, ¿quién es él?

—Oh querida, Mateo es profesor de historia. El y Timothy tuvieron enfrentamientos el año pasado después de todos sus... problemas. Tuvo que quedarse a limpiar la escuela durante dos meses todos los días si es que quería seguir con sus entrenamientos. Les ahorró buenos dolores de espalda a los de intendencia.

Oh, con qué tipejo problemático. No estaba tan equivocada. Debería trabajar de investigadora personal.

—Oh. Ósea que Timothy no es el macho alfa aquí, como aparenta ser.

Nikki y Sabina me miraron como si hubiera recitado alguna poesía satánica, no tenía ni idea de porque siempre hacían esas caras, o era su expresión natural o estaban amenazadas.

La señora Jones bajo mi brazo vendado, estaba algo apretada.

—Sé que puede ser un descarado sin vergüenza algunas veces —la miré con cara de pocos amigos—. Bueno, la mayoría de las veces, pero cuando deja de lado esa imagen, es una persona que te gusta tener cerca hija.

Ahora si lo había escuchado todo, me pare de un salto y aterrice en ambos pies. Inmediatamente comencé a sentir un hormigueo en mis piernas, había pasado mucho tiempo sentada.

—Bueno enfermera, muchísimas gracias pero, ya debemos irnos, de verás le agradezco su trabajo.

Me di la vuelta con destino a la puerta, sin esperar a las dos chicas. Si querían venir, lo harían. Yo podía sola.

Abrí la puerta y salí a trote y fui directo a mi casillero. Me quite la apretada venda lo más rápido que pude y con la misma limpie lo viscoso de la pomada.

Abrí el casillero y la bote en el interior, me dirigí al sanitario, no tomaría esta clase.

Realmente deseaba que el tiempo pasará rápido, no me gustaba estar sin nada que hacer, y pensar no era lo más correcto en este momento.

¿Por qué carajos se interesaba tanto en mí? ¿Qué le importaban mis asuntos? Maldita cucaracha.

"Deberías considerar el cambio de grupo." ¡Cállate Maddi! Aunque, no estaba equivocada. Lo más prudente sería hacerlo, si quiero evitar problemas. Lo resolvería después, ahora debía correr a Historia.

Historia... estaba casi segura de que alguien conocido iba dármela, pero no ubicaba el nombre.

Volví a sentarme en el asiento de en la mañana, aunque ahora, sin los chicos alrededor, y sentía una paz que podía llenar toda Azurita.

Ellos se encontraban en el otro extremo del aula, pero solo eran cuatro.

Se abrió la puerta, y una cabellera rubia se asomó dentro del salón. El caminaba derecho (completamente derecho) con pisadas suaves pero que daban la impresión de resonar por toda la escuela. Ese tipo tenía presencia.

—Buenas día, la mayoría ya han de conocerme, pero para los que no, soy Mateo Soria —dejó su maletín en un extremo del escritorio. Vaya que tenía presencia—. Su calificación será avalada totalmente por un examen, la mitad de opción múltiple, y la parte restante de preguntas abiertas. No tomo asistencia así que, todo aquel que solo quiera presentarse al examen, salga por donde vino.

Nunca había escuchado a alguien decir las cosas con tanta calma y potencia a la vez. Mientras el continuaba sacando unos cables y un portátil, aproximadamente quince alumnos salieron con sus mochilas y desaparecieron.

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