Capítulo 3

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El fin de semana fue muy corto, fuimos a pasear a los parques con Dexter, tiene una energía interminable.

Cuando se volvió Domingo decidí acostarme temprano para no tener problemas al día siguiente. Alina me pidió que hiciera amigos (como todos los años) y siempre termino dándole por su lado.

Baje rápido prender la lumbre y dejar un desayuno preparado. Tome una taza de café y comencé a beberla. Adam bajó como rayo, con gotas escurriendo de su cabello, seguramente se quedó dormido.

— ¡Sírveme una taza de café por favor! —gritó mientras arrojaba materiales a su mochila.

Reí levemente y fui a dársela. Regrese a mi sitio en la alacena, para sacar una barrita de cereal para el camino.

— ¿Está bien?

—Solo le falta leche, pero ya se la pongo yo.

— ¿Café con leche? ¿En serio Adam?

—Es más espumoso, ¿y tú?

—Negro.

La comisura de su labio mostró una dentadura blanquísima, enarque una ceja.

—Como tu alma, Mack.

También sonreí yo, había acertado.

—Meramente.

Vio su celular y pegó un salto, deposito la taza en la mesa, me dio un beso en el cachete y salió disparado a la puerta.

Cuando escuche el ruido del motor, subí a cepillarme los dientes. Aún me quedaba tiempo, tome mi morral y fui directamente a la parada de camiones.

Me tocó sentarme junto a un viejito que parecía amable, como había dejado el celular en casa no sabía cómo iba en tiempo.

—Disculpe señor, ¿sería tan amable de darme su hora por favor?

Lo primero que hizo fue voltear a verme, luego dobló su periódico. Y me gritó.

— ¿Me ves cara de relojero niña?

Me sorprendió que hiciera eso, se levantó y fue dos lugares atrás.

Viejito amargado.

Cuando llegue a mi parada baje muy rápido, luego me pare junto a la ventanilla que se encontraba a lado de la del viejito amargado, cuando el camión estaba a punto de arrancar toque el vidrio.

Al momento que volteo le enseñe el dedo corazón; cuando apenas tuvo tiempo de reaccionar, el camión arranco.

Sonreí para mis adentros, mientras buscaba la calle Turquesa. Al final, se encontraba un gran edificio de color anaranjado con gris. Al pasar la reja, se muestra en letras enormes y grotescas "Secundaria Ónix".

Apenas entre, la avalancha de estudiantes se hizo presente, visualice una puerta al final del pasillo, sencillamente podría ser la de oficinas.

Con empujones y groserías casi llegue al final cuando choque con alguien.

— ¡Fíjate por donde caminas chica!

Alce la cara y me encontré con un gigante, media uno ochenta como mínimo.

Me miró desafiante, pero, yo no me dejó de nadie.

—Fíjate imbécil que el impacto me lo lleve yo, no tú.

Yo también puedo ser desafiante, soy chiquita más no estúpida.

—Alza la cabeza la siguiente vez. No te tocará alguien amable como yo.

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