Una empleada nueva

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La segunda semana ha sido como siempre, palizas de vez en cuando, tomar apuntes en clase, comer solo en el comedor,cuidar de mis hermanos, y por supuesto, leer libros. Solo ha habido un cambio. La chica nueva. No he hablado con ella nunca, pero sí la he visto muchas veces:en clase, por los pasillos, a veces a la salida, y en el comedor, como la estoy viendo ahora. Estaba teniendo una comida tranquila, leyendo, pero mi atención acaba de ser captada por el escándalo que hay en el centro del local. Liam, por supuesto. Liam pegando a un chico, para ser más concretos. El pobre desgraciado es un chico de poca estatura que aparenta ser demasiado joven para estar aquí, y como he podido ver últimamente, Murphy y Jess están discutiendo con el gorila para que deje al chico en paz. Todo el mundo está expectante, atento a la conversación, que en algún momento alcanza un punto y final porque el chico se libera del agarre de Liam y sale corriendo del comedor. Intento no prestar atención y sigo con mi lectura.

Cuando por fin suena el timbre que indica que podemos irnos a casa recojo mis cosas y me dirijo a la furgoneta para ir a buscar a Isabella a su instituto. Mientras voy por el aparcamiento puedo escuchar que la mayoría de las personas hablan intensamente, contando un cotilleo al parecer. Y aunque siempre ignoro los cotilleos este capta mi atención. Ralentizo mi paso para poder entender lo que dicen un grupo de animadoras a mi derecha.

-Pues sí, es cierto, le ha vuelto a pedir salir y ella le ha dicho que sí. Ya sabía yo que esa mosquita muerta no era lo que parecía.

-No entiendo que puede ver Liam en ella. Ni que fuera guapa - ¿Liam? ¿Y quién es la chica?

-Ni siquiera su nombre es bonito.

-Ya ves, ¿quién narices se llama Murphy? Aun por encima de ser un nombre feo es de chico... - Aunque la conversación sigue ya no presto más atención.

¿Murphy? ¿De verdad? Pensé que ella era diferente, era la única que le había dicho que no al idiota de Liam. Ya veo que estaba equivocado.

Cuando me doy cuenta ya he llegado hasta mi furgoneta. Cuando entro enciendo el motor y me obligo a mi mismo a dejar de pensar en ella. Es como las demás, no merece la pena distraer mi mente con alguien así.

Conduzco hasta el instituto de mi hermana y la recojo. Durante el trayecto hablamos de que le encanta el instituto, de que ha hecho muchos amigos y que los profesores son muy simpáticos, y no puedo evitar alegrarme por ella.

Una vez que llegamos a casa dejo mis cosas con intención de irme de nuevo.

-¿A dónde vas?-me pregunta Isabella con tono extrañado.

-A la librería, tranquila volveré en una hora así. Adios, Bella - me despido antes de salir de casa.

De camino voy pensando en que ojalá todo fuera diferente, ojalá no se cebasen conmigo los de fútbol, ojalá no fuese el bicho raro, ojalá fuese un chico normal. Ya sé lo que cualquier persona me contestaría si me escuchase: "pues si no quieres que sea así cámbialo; sefiéndete, haz amigos, deja de ser el bicho raro." Pero no es tan fácil. No puedo defenderme, soy un cobarde, pero nadie puede juzgarme por ello, todos tenemos miedo alguna vez y de algo. Y tampoco voy a cambiar, porque aunque para todos sea un bicho raro a mi me gusta como soy, me gusta leer, aunque sea durante horas porque soy incapaz de cerrar el libro sin saber que pasará en la siguiente página, me gusta ser un "friky" porque me gusta Star Wars o El Señor de los Anillos. Me gusta contestar en clase si sé la respuesta y me gusta sacar buenas notas si me las merezco. Me gusta ser como soy y seguir siéndolo aunque a nadie más le guste mi manera de ser. Me gusta ser yo mismo.

No me doy cuenta de que me he pasado todo el trayecto autocompadeciéndome hasta que casi me choco con la puerta. Al entrar todos mis problemas desaparecen de mi mente. El olor a lámpara vieja, a ladrillo antiguo, a madera y, sobre todo, a libros de todos los tiempos, entra por mis fosas nasales inundando todo mi ser de una extraña paz que solo aquí puedo sentir.

En la planta baja no hay nadie así que supongo que el señor Pereira estará en su despacho en la segunda planta. Subo felizmente sin darme cuenta de las voces que provienen del estudio por eso mi sorpresa es enorme al abrir la puerta y encontrarme al anciano sentado en su escritorio frente a una chica. No, no solo es una chica, la conozco. Es Murphy.

-Logan, hijo, ¿es que no sabes llamar a la puerta? - el hombre me mira con gesto de sorpresa pero sin duda la sorpresa es la que me mantiene aún con la boca entreabierta y los ojos abiertos a más no poder, y también es la culpable de que tarde tanto en responder.

-Eem.. -toso para aclararme la voz, pues las palabras parecen no querer salir de mi boca. - lo siento, señor, pensé que estaba solo -mientras hablo intento mantener la mirada en el señor Pereira aunque puedo notar como los ojos de la chica nueva están clavados en mi

-Pues pensaste mal.

Estoy dándome la vuelta para irme cuando mi viejo amigo mi interrumpe.

-Anda, Logan, quédate. No estamos hablando nada importante.

De nuevo lo miro y, asintiendo, me siento en un taburete de madera que hay en una esquina.

-Bien, hijo, te explico. Ayer justo puse un cartel en la ventana de la planta baja que da a la calle. Ya estoy muy mayor y necesito ayuda para llevar la tienda así que puse un anuncio de "se necesita un empleado".

-¿Y por que no me lo dijo a mi? Sabe que yo estaría encantado de trabajar aquí.

-Hijo tu ya tienes bastante que hacer en casa, y te recuerdo que ya tienes un trabajo. Si además te contratase no te quedaría tiempo libre - iba a contestar pero me lo impide. - Además. que no te contrate a ti no significa que no puedas seguir ayudándome. Se que te encanta estar aquí y ordenar los libros. Esta librería tiene mucho de ti, más de lo que tu mismo crees. Y puedes seguir cogiendo libros prestados de mi colección, sabes que son todos tuyos.

Como me he quedado en silencio, continua contando su historia.

-Pues bien, como te decía, ayer puse un cartel y esta jovencita al pasar por aquí lo ha visto y me ha dicho que le gustaría trabajar aquí, y dado que ha contestado bien a todas mis preguntas la he contratado. Logan, te presento a Murphy Van Hermun. ¿Por qué no bajas y le ensañas un poco todo?

Tardo un poco en reaccionar hasta que consigo hablar.

-Sí, claro. Vamos.

Me levanto esperando que me siga y bajo las escaleras.

Comienzo a bajar sin mirar si me sigue, pero cuando habla sé que así es.

-Oye Logan, tú vas a mi clase de Historia, ¿no?

-Sí - contesto de manera cortante.

- Y ... ¿Desde cuando conoces este sitio?

Su interés me sorprende, pero rápidamente lo descarto, deduciendo que solo lo pregunta por entablar conversación y así evitar un silencio incómodo. Por eso le contesto sin mucho ánimo:

- Desde que estaba en Primaria.

-El señor Pereira parece muy simpático.

Desde luego esta chica no capta cuando alguien no quiere conversar.

-Lo es.

-Oye, y tú... - antes de que pueda seguir hablando y aprovechando que ya le he enseñado todo lo necesario decido irme de una vez.

-Lo siento, tengo que irme ya, dile al señor Pereira que me he ido a casa.

Murphy se queda un poco sorprendida ante mi brusca interrupción pero aun así asiente.

Tras decir un simple adiós me dirijo a la puerta y me marcho.



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⏰ Última actualización: Nov 02, 2016 ⏰

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