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-Acuérdate que si la directora no me levanta el castigo, tendrás que ser mi esclava por un mes. -Se cruzó de hombros mientras reposaba su cuerpo sobre la pared.
-Ya verás cómo te libro de tu castigo. -Sonreí con arrogancia mientras entraba a la dirección.

Liese no se encontraba en su lugar de trabajo al igual que otras personas que antes había visto. Me encogí de hombros y no dude ni una vez en tocar la puerta. Al escuchar el pase de la directora, entre mientras ella acomodaba unos libros del estante.

-¡Hanna! Espero que ya te hayas instalado -Me sonrió. -¿Liese cumplió con su trabajo de contestar tus dudas? ¿Todo bien? -Cuestiono con curiosidad recordándome a mi nana. Sonreí al recordar a la mujer que ha sido como una madre para mí. Espero volver a Nueva York lo antes posible.
-Sí, lo hizo súper bien. -Asentí con la cabeza. -Venía a comentarle que estoy sorprendida de la caballerosidad y generosidad de sus alumnos, lo comento porque en Estados Unidos ningún chico que llegue a conocer se portó tan bien conmigo. Mentí.
-¿Ah sí? -Frunció el ceño.
-¡Si! -Exclamé. -Este chico me mostró todo el lugar sin que yo sé lo pídase, me recomendó algunas clases también, me contó la historia de cómo se fundó este internado, no sabía que su tío abuelo fue hijo del fundador -quizás y le saque un poco de información a Taylor en el camino-, también que el nivel educativo es uno de los mejores en Londres y muchas cosas más, igual de buenas. -Una sonrisa se formó en mis labios. -Quizás y estoy exagerando al venir aquí y comentarle esto pero no sé, usted se ve tan buena y generosa que no le vendría nada mal escuchar algo bueno de sus estudiantes. -Volví a sonreír mientras mostraba mis dientes.

Lo último dicho pareció alegrarla ya que una sonrisa bailo por sus labios.

-Me alegra escuchar eso, como no tienes idea y ¿cuál es el nombre del chico?
-Taylor...
-Blake. -Me interrumpió. Su sonrisa se ensanchó más. -Me alegra, que hayas conocido al señor Blake.
-Me imagino que ha de ser unos de sus mejores alumnos.
-Eh... Si. -Murmuro.
-Sí, bien, eh... tengo que irme, Taylor quedó en presentarme a unos amigos suyos. -Mentí de nuevo. -Este chico está comprometido en enseñarme cada rincón y a que haga amigos. Gran chico. -Alce mis pulgares.
-Podrías decirle al señor Blake que ya no es necesario que limpie los pasillos en las tardes, un chico se ofreció a hacerlo por él.
-Yo le diré, que tenga un buen día. -Antes de marcharme le sonreí por última vez. -Un gusto poder hablar con usted.
-El gusto es mío, su padre me había comentado que usted era... como decirlo... -se quedó mirando el techo-, difícil de tratar, pero creo que solo le faltaba salir de la misma rutina. Cualquier cosa, sabes dónde puedes contactarme.
-Eh, gracias. -Ensanche más mi falsa sonrisa antes de abandonar la habitación.

Esto de alzar mis labios, ya me estaba agotando. Pero qué más da, ¡gane una apuesta!

Y David decía que no podía ser amable. Pues: ¡Ja! Y otro ¡Ja!

-¿Qué te dijo? -Taylor me agarró del codo.
-¿Quién te crees para agarrarme así? -Lo fulmine con la mirada haciendo que me soltara.
-Habla. -Demandó.
-Ya no es necesario que limpies pisos, otro chico lo hará por ti.
-Genial.
-He ganado la apuesta, así que.... -Extendí mi mano.
-¿Qué? -Me miró confundido.
-La apuesta, no te hagas el desentendido. Mira niñito, sino me pagas yo misma haré que te vuelvan a castigar y en vez de trapear los pisos lo que lavaras serán los excusados. ¿Entiendes? -Lo mire fulminante.
-No tengo dinero pero puedo hacerte un pastel. A las chicas les gusta ¿no? O prefieres otra cosa. -Movió las cejas.
-Iugh, me das asco. -Lo empuje.
-Solo jugaba. -Soltó una carcajada. -Pero no tengo dinero.
-Jamás hagas apuestas con ingleses, Hanna. -Me repetí a mí misma. -Jamás.
-De hecho soy australiano pero... -se calló gracias a mi mirada-, pero eso no te importa...
-Tienes toda la razón. -Palme su mejilla.
-Puedo hacerte un pastel. -Se encogió de hombros.
-Olvídalo, solo no vuelvas a hablarme, ¿entiendes? -Bufé. -Otra cosa, odio a la gente que miente, me caes mal. -Le sonreí antes de marcharme y dejarlo solo.

Queen of disasterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora