Pecado capital

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Quisiera llamar
a tu risa por su nombre,
en mayúscula.

Cadena perpetua
a tus labios
combatientes,
y es que cada uno
de sus pliegues
es un pecado capital
para un latido principiante.

Silencio
para un preso moribundo.
Le ha sido permitido
conservar la dignidad
que nunca tuvo.
Pero soy yo.
Soy yo la que una y mil veces lo niega.
Pero soy yo.
Soy yo la prisionera.

Quince días de poesía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora