Capítulo 5: Creo

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Esta mañana me desperté para echarle una mirada al olvido. Muchos juzgan la mente de los ancianos sin saber que realmente hay dentro. Desde muy joven, siempre me gustó el silencio, me gustaba pasar tiempo callado, pensando, escuchando mis pensamientos, percibiendo el sonido de la nada, viendo más allá de lo que mis ojos podían ver. Aún al día de hoy, mi único acompañante, soy yo mismo. Hablo conmigo, camino conmigo, hablo conmigo, pienso en mi mismo, y nada más. Ya la vida perdió su propósito. Tras la muerte de Liss, mi vida dio un giro. Ella mantenía todas las cosas unidas, sin embargo, yo siento que todo lo separé. Quisiera recordar la última vez que sonreí, pues no había dolor, junto a aquella mujer que era la Reina de Mi corazón, hacia de mi vida un paraíso sin fin. Tan llena de amor y paz.
Pienso, pienso y pienso. No puedo dejar de pensar. A veces pensar es malo porque los pensamientos te torturan y te hacen sentir insignificante. ¿Qué puedo hacer? No lo sé. Cada vez me ahogo más en mi profundo y oscuro corazón. Creo que la vida me ha dado una gran lección, nada depende de la gente, tú mismo haces tu vida, tú mismo haces que tu día sea feliz. Creo que la vida me ha enseñado que las personas son como las olas del mar, unas vienen, otras van, nada nos pertenece. Así como cuando el águila tiene que dejar volar sus polluelos y ella misma tiene que tirarlos al vacío para que aprendan a volar, así mismo debemos hacer, dejar ir. Pero como le digo yo a mi corazón que deje de amar, como le digo a mi corazón que acepte que ya Liss no está, como le digo yo a mi corazón que la vida terminó, que sólo espero el momento en que sea acabe el tiempo y ya no haya vuelta a atrás, como le digo a mi corazón ya no existe otro remedio que la soledad. Creo que algo debe haber, en alguna parte del mundo, algo que me haga entender el porque tengo que pasar por esto. Como hacerle entender a mi mente que lo que viví quedó en el pasado y eso ya no importa. No me queda de otra más que vivir el ahora. Sólo, deprimido, destruido, yo mismo Matándome con mi propio puñal, ¡que difícil!
¿Y mis hijos? ¿Dónde están mis hijos? Han olvidado que estoy aquí, han olvidado que su madre murió pero su padre aún vive, han olvidado que trabajé y di hasta la última gota de sudor por ellos para que lo tuvieran todo. Pero aquí estoy, sentado en mi balcón esperando el momento o el día que alguno de ellos venga a agradecer lo que su padre hizo por él.

Una Mirada En El OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora