Pero eres tu. Pero soy yo.

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Me arde en las manos este deseo de tocarte, se me han deshecho los dientes, muertos de pena: mi boca es un barrizal sin tu saliva. Me duele el pecho por tenerte tan lejos dentro de mi costado, me estoy enterrando en la zanja que nos separa y creo que quiero seguir viva.

Si

go

res

pi

ran

do.

Y te pongo detrás para que me des impulso. Lo cierto es, mi jodido amor, que mi futuro te sigue desvistiendo a dos manos, que dejo la ventana abierta para que olvides los portazos, que no sé si me pesan más las ojeras o el sueño pero sigo tumbada al lado de tu hueco y me levanto tan dolorida, mi bella muerte, que mi madre no deja de preguntarme quien me duele y no me entiende cuando le señalo mi garganta, que necesito que me digas que no te vas a ir nunca mientras te vas, que necesito que me digas que te vas para siempre mientras te quedas. Pero salta, bendita tristeza, salta, que no quiero que se te quemen las manos tocándome, que te duela la piel bajo las mías, que no soporto la idea de verte morir de pena después de volver a hacernos en el amor para después ser ceniza, que tengo el pecho desinflado y pronto no cabras -y a estas manos les falta cobardía para rechazarte- Salta, que llevo tus alas por bandera desde el primer día. Mentirme era tan verdadero cuando conseguía convencerte... Te quiero tanto que quiero terminarte, te quiero tanto que mañana no podré hacerlo mas.



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