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Hace tiempo, cuando aún vivía con mi madre, salí a la calle con el dinero que me habían pagado por mis horas extra y me acerqué a toda aquella persona que vi pidiendo algo para comer, a aquellos que no contaban con una mínima parte de los recursos con los que yo vivía.

Les pedía que me contaran su historia mientras caminábamos a una panadería o hasta un supermercado y les dejaba que me pidiesen lo que quisieran.

Ese día me sentí feliz, porque veía la emoción en los ojos de esa gente, ese día aprendí a no ignorar a aquellas personas con una situación difícil. Me sentí bien conmigo misma.

guns [l.h.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora