- Quiero verte. ¿Vas a estar en tu casa?
- No vengas. Mejor encontrémonos en otro lado.
- ¿Mucho revuelo por ahí?
- No tenés idea.
- Ok, linda. La puerta del colegio en media hora.
- Hecho. Nos vemos ahí.
- Mili...te quiero. – corté a pesar de que no se sentía bien hacerme la idiota.
Ya había pasado tiempo desde que ví a Sebas, y hasta evité responderle los mensajes que enviaba casi a diario.
Sabía que toda esta nueva cosa de gustarle sólo complicaría las cosas entre nosotros.
Lo quiero mucho, y también me gusta, pero definitivamente me siento incómoda cuando usurpa mi metro cuadrado.
Soy horrible.
Y allí estaba él, de pie junto a las rejas negras que cercaban el perímetro escolar. Llevaba unas bermudas negras y una playera de Gun's and Roses blanca.
Se quitó la gorra y pasó la mano por su cabello antes de caminar hacia mí.
Antes de que pudiera negarme, me dio un ligero beso en los labios seguido de un abrazo. – ¿Qué hacés? – y lo empujé observando hacia ambos lados.
- No te preocupes. Estamos en vacaciones. El lugar está libre de chicos, a excepción de nosotros. – y volvió a abrazarme.
- Suficiente. – volví a zafarme. – Necesitamos hablar.
- No.
- ¿No?
- Ya sé lo que me vas a decir. – y me besó una vez más. – y realmente no quiero escucharlo ahora. Vení. – me condujo de la mano hacia la vereda de enfrente.
- ¿A dónde vamos?
- Vamos a tener una cita.
- Pero Sebas...
- Bla bla bla. Basta de peros. – otro beso.
¿Por qué demonios no lograba juntar fuerzas para evitar su contacto físico?
Cierto. Él sabía que lo iba a rechazar.
Por la forma despreocupada con que me conduce a sus brazos, nunca creyó que todo esto fuera real.
No podía sentirme más culpable.
Caminamos de la mano durante varios minutos en absoluto silencio, hasta llegar a una librería con cafeteía.
- Soltá todo.
- Se van a casar.
- Wow. ¿Hace cuánto que salen, una semana?
- Algunos meses, pero eso no es todo. Se mudan la semana que viene a casa.
- Bueno, eso era más que ovbio. – sonrió con picardía. – ¿Cómo funcionaría sino, por Skype?
- Asco. Sos un tarado. No metas esas ideas en mi cabeza.
- Vamos, Mili. No me digas que nunca tuviste "la charla".
- Sí que la tuve, y dejame decirte que fue muuuy incómodo. Si hay algo que mi papá no tiene es tacto para esas cosas.
- Punto a favor para el viejo.
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Cartas a Milagros
RomanceMilagros vive rodeada de comodidades y personas que la aman, pero con carencias afectivas de una madre ausente. Atravesando su último año del secundario y sin idea de qué rumbo seguir, recibe la noticia de que su padre volverá a contraer matrimonio...