Capítulo 9

6 0 0
                                    

- Quiero verte. ¿Vas a estar en tu casa?

- No vengas. Mejor encontrémonos en otro lado.

- ¿Mucho revuelo por ahí?

- No tenés idea.

- Ok, linda. La puerta del colegio en media hora.

- Hecho. Nos vemos ahí.

- Mili...te quiero. – corté a pesar de que no se sentía bien hacerme la idiota.

Ya había pasado tiempo desde que ví a Sebas, y hasta evité responderle los mensajes que enviaba casi a diario.

Sabía que toda esta nueva cosa de gustarle sólo complicaría las cosas entre nosotros.

Lo quiero mucho, y también me gusta, pero definitivamente me siento incómoda cuando usurpa mi metro cuadrado.

Soy horrible.

Y allí estaba él, de pie junto a las rejas negras que cercaban el perímetro escolar. Llevaba unas bermudas negras y una playera de Gun's and Roses blanca.

Se quitó la gorra y pasó la mano por su cabello antes de caminar hacia mí.

Antes de que pudiera negarme, me dio un ligero beso en los labios seguido de un abrazo. – ¿Qué hacés? – y lo empujé observando hacia ambos lados.

- No te preocupes. Estamos en vacaciones. El lugar está libre de chicos, a excepción de nosotros. – y volvió a abrazarme.

- Suficiente. – volví a zafarme. – Necesitamos hablar.

- No.

- ¿No?

- Ya sé lo que me vas a decir. – y me besó una vez más. – y realmente no quiero escucharlo ahora. Vení. – me condujo de la mano hacia la vereda de enfrente.

- ¿A dónde vamos?

- Vamos a tener una cita.

- Pero Sebas...

- Bla bla bla. Basta de peros. – otro beso.

¿Por qué demonios no lograba juntar fuerzas para evitar su contacto físico?

Cierto. Él sabía que lo iba a rechazar.

Por la forma despreocupada con que me conduce a sus brazos, nunca creyó que todo esto fuera real.

No podía sentirme más culpable.

Caminamos de la mano durante varios minutos en absoluto silencio, hasta llegar a una librería con cafeteía.

- Soltá todo.

- Se van a casar.

- Wow. ¿Hace cuánto que salen, una semana?

- Algunos meses, pero eso no es todo. Se mudan la semana que viene a casa.

- Bueno, eso era más que ovbio. – sonrió con picardía. – ¿Cómo funcionaría sino, por Skype?

- Asco. Sos un tarado. No metas esas ideas en mi cabeza.

- Vamos, Mili. No me digas que nunca tuviste "la charla".

- Sí que la tuve, y dejame decirte que fue muuuy incómodo. Si hay algo que mi papá no tiene es tacto para esas cosas.

- Punto a favor para el viejo.

Cartas a MilagrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora