Hace unos días
me dijiste ¡deberías
cambiar! y no te escuché,
mi mente divaga de noche.
Perdida en mi mente
¿debería cambiar? pregunté,
y una respuesta abstracta
recibí, ni absorta
pude descifrarla.
Así que decidí encontrarla
en otro lugar, así la
pude reunir conmigo,
sin saber que un enemigo
se hacia pasar por mi amigo
¡Deberías cambiar! repetiste
y esta vez si te escuche,
me alegre, había encontrado asombrada
mi respuesta tan esperada.
Así que cambié, y agradable lo encontré
y tu sonriente susurraste lo logré,
lo escuché, eso me dio aliento
para efectuar otro movimiento.
Uno más pensé y así sucedió,
ahora fue mi rostro el que recibió
una sonrisa, al ver el tuyo esperaba
por una sonrisa, verte atacada.
Pero no fue así, tu rostro confusión
reflejaba, en el mio una fusión
de angustia, ¿te gustaría uno más? pregunté en
mi interior, éste me respondió en
cuestión de segundos, si a ella le gustaría
Así fue, y quería ver ese aire de
orgullo en tu gesto o un alarde,
pero no, ya no era confusión,
era preocupación
y en mi interior pregunté
¿uno más?, este me respondió en
cuestión de segundos, si a mi me gustaría.