Pesadilla

17 1 0
                                    




Llegué a casa devastada. Mamá me preguntó dónde había estado. Le conté lo que le había pasado a Joaco y sonó el teléfono. Lo atendí.

- ¿Hola?

- Hola, soy María, no sé si te acordas de mi... Soy la señora que estaba en la clínica. La mamá de Joaco.

- Ah, hola. ¿Qué pasa?

- ¿Podrías venir mañana después de la escuela a casa? Necesito que hables con Joaco. Pero primero pasa por mi oficina. Tengo que decirte algo.

- Em, sí seguro. Un  momento por favor. - aparté el teléfono de mi cara. - ¡Mamá! ¿Puedo ir a la casa de Joaco mañana?

- Si, claro.

- ¡Gracias!- Volví a hablar por el teléfono- Nos vemos mañana María. Dame las direcciones de tu oficina y de tu casa así puedo ir.- Ella me dictó unas palabras y números y después corté. Saludé a mi mamá con un beso y me fui a dormir.

Una noche fría, sin estrellas. El cuarto de Maia se veía tremendamente oscuro y sólo entraba la luz por la rendija de la puerta. Un hombre corpulento y vestido de médico entró en la habitación. Maia tenía un piyama negro estampado con calaveras plateadas y relucientes, Me escondí atrás de un árbol frondoso que había cerca de la ventana.

- Buenas noches, Maia. ¿Con qué puedo ayudarte hoy?

- No inyectaste la cantidad suficiente. Él ahora está en la clínica y van a poder sacarle las cosas esas del pulmón ¡Tenías que ponerle lo suficiente como para que se muriera! ¡Sos un inútil! ¡JOAQUÍN TENÍA QUE MORIR AL INSTANTE, NO SOBREVIVIR!

- Maia, Maia, Maia ¿Qué no sabes que no existe cura contra ese virus? ÉL NO VA A SOBREVIVIR.

La imagen se disolvió y apareció Joaco en una camilla de un quirófano. Tosía y se desangraba. Los médicos intentaban parar la hemorragia...

- ¡¿Agustina?! ¡¿Qué te pasa?! ¡Respondeme!- mi mamá gritaba con un tono preocupado y me estaba sacudiendo de los hombros. Desperté y me toqué la frente. Estaba sudando. Ella al verme despierta se relajó.- Gritabas como loca. ¿Estabas teniendo una pesadilla?

Asentí y ella me abrazó con fuerza y me dio un beso en la cabeza, como si yo fuera una nena que cree que hay un monstruo abajo de la cama. Le conté el sueño y me miró un poco preocupada. Me hizo acostarme en la cama y me dio otro beso.

- Acostate que mañana tenes que ir a la escuela. Es tarde pero... si necesitas puedo quedarme hasta que te duermas.- Le dije que no hacía falta, que ya estaba bien y se fue mirándome con ternura.  Cerré los ojos y me preparé para dormir otra vez.

Mi Primer NovioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora