Predecible, tercer día del año, Domingo.
Un breve recuento del día; me levante temprano, y por temprano yo entiendo las 9:00 de la mañana, en realidad, a esa hora me levante, despierto ya tenía rato. Siempre es necesario un ritual para sobrevivir un días más. Ya una vez, por fin, levantado, baje a desayunar.

En el desayuno todo estuvo en orden, por así decirlo, básicamente no desayune, básicamente ni recuerdo el desayuno.

Un día anterior mis padres me habían avisado que nos llevarían a comprar unos vaqueros, y mi portafolio. A lo que les contesté: "No, lo siento. Lo sacrificaré por amor." Lo que quiere decir, había quedado ya con Diana.

De todos modos, dije también que sí lo haríamos, sería muy temprano, mi cita era alrededor de las 3:00 o 4:00 de la tarde. Y las tiendas abren muy temprano, así que ese era mi plan. Salimos de casa a eso de las 11:55 de la mañana, llegando al paradero a las 12:00, el transporte hizo lo suyo, llegamos poco antes de la una, mi padre se desvío, fue a un banco e hizo un retiro de efectivo, eso en lo que nosotros, ósea, yo, mamá, mi hermano de quince años, de nombre Carlos, y mi hermano de doce años, Luis fuimos a comprar los vaqueros. A excepción de Carlos, el quiso un pantalón de tiro largo.

Al dar más de mil vueltas y por fin haber decidido todos lo que queríamos, pagamos y a la vuelta nos encontramos con mi padre. Él, que además de hacer el retiró hizo el pago de todos los servicios traía una expresión de incredulidad, ya que se llevó -como siempre- una gran sorpresa de lo que restó a su dinero.

De ahí nos fuimos a otra tienda, una en donde mi madre ya había visto un portafolio, quiero decir muchos de su especie. Llegamos, me llevó hasta donde ellos y al principio me decepcione, no entendió mis preferencias. Aún así, vi uno con un grabado de Wall Street y me encantó, me recordó a Leonardo Di Caprio, -es para mi uno de los mejores en lo que hace, amo su pasión, dedicación, su desenvolvimiento, amo su trabajo- me sentí un corredor de bolsa y un testigo de Jehová en el peor de los casos.

Terminamos de hacer las compras en menos tiempo de los esperado, hicimos alrededor de media hora, yo sólo pensaba en una hora y era demasiado, tenía que llegar a tiempo a casa, cambiarme los tenis para jugar, ponerme una sudadera porque pensaba llegar tarde y una botella con agua, el balón también pero ya no está en un buen estado, creo que ya no puede llamarse balón, una desgracia en serio.

Volvimos a la base, nos subimos al auto y regresamos a casa, el viaje no fue muy relevante, sólo me la pasé pensado en el futuro, mi futuro.

Básicamente lo que pensé fue en que decirle a Diana, o como actuar con ella, de cualquier modo, termine por ser como yo soy, espontaneidad pura.

Al llegar un poco menos de las tres y tener un tiempo restante suficiente hice todo con calma, pero me pasé de tranquilo. Me excedí, y termine llegando tarde, suficientemente tarde. Al llegar a casa de Diana, ella salió, estaba dolida, cansada, muy agotada. Fue a sus primeros ensayos, -yo tenía la intención de estar con ella en esos momentos, y al principio así iba a ser, pero su padre se opuso, necesitábamos el consentimiento de los dos, aunque su mamá estuviera de acuerdo, no me dejarían entrar- le dije que estaba todo en su lugar, que preferiría descansará y no se arriesgará, aunque termine por decirle que era una vil mentira, descansar la va a mal acostumbrar, si de por sí está de chillona, imaginarse lo que pasaría si no se acostumbra al esfuerzo físico. Le expliqué que lo mejor sería fuera conmigo a jugar, que no se esforzará tanto pero que se mantuviera en movimiento, que además lo que más quería era que estuviera conmigo, después comprendí que en realidad no le dejarían bajar conmigo, aunque ella no lo acepte, quizá sea que yo no entiendo los motivos de sus padres pero, en realidad es como el mito de las niñas buenas. Y finalmente no fuimos, y pasarla con ella es realmente hermoso, así que me demoré mucho, dejé plantado a uno de los chicos, mi hermano llegaría más tarde con su novia. E intente no llegar tan retrasado. Me despedí a regañadientes de ella, no quería irme, pero su mamá no le dejó mucho tiempo para quedarse conmigo, nos dimos prisa, la vi entrar a su casa, le mande un beso, y me fui.

Olvide mencionarlo anteriormente, ella me bailó, me presentó lo que no vi en su primer ensayo, lo vi en primera fila, como nadie más, fue precioso presenciarlo.

Fui a donde quedé con Carlos, el estaba con su novia, ellos ya habían peleado, ella tenía un rostro familiar, se quería ir. En lo personal me caga su actitud, nunca dejaría que Diana y yo peleáramos así, hemos peleado claro pero, no es de mi agrado terminar así de mal. Esperamos a que alguien más quisiera jugar contra nosotros ya que el balón que no merece ser llamado balón, nos hizo falta. Tardaron alrededor de veinte minutos y seguíamos sin jugar, cuando de pronto un niño mencionó mi nombre, sorprendido volteé a verle, me parecía conocido, y lo confirme hasta que me dijo todos los nombres de los chicos con los que él y yo jugamos hace un par de días, una vez más me sorprendió, vaya memoria.

-¡Te acordaste de mi novia, joder!
-Sí, es la chica que no paraba de abrazarte.

Sólo confundió el nombre de Alejandra, hermana de Diana, por Alexandra, y es casi lo mismo.

Le pregunté sí tenía un balón, el me contesto que sí.

-Anda ve por el, ¿a qué esperas?

El se fue y yo me quedé esperandole, un poco aburrido pero con esperanzas de jugar. Yo me había hecho a la idea de que el balón estaba a la mano, fue hasta su casa por el.

Llegó, y la novia de Carlos término por irse, incluida su hermana pequeña y primo.

Carlos estaba desanimado, jugamos bien pero no coordinamos, en realidad, muy pocas veces hemos jugado en el mismo lado. Sólo una vez triangulamos e hicimos una impecable jugada, el quedó en la parte defensiva, yo en la delantera, metí alrededor de cinco goles o más, perdí la cuenta, sin embargo, perdimos. Aunque Carlos tiene un mejor control del balón, yo tengo una precisión del 90 por ciento, es extraño que falle, suelo fallar cuando me desespero, es lo que yo llamo el sentimiento de impotencia. En esos momentos me siento como Cristiano Ronaldo cuando no puede sacar a su equipo adelante.

Todos los goles, dedicados a la niña más bonita de sobre la faz de este planeta.

Jugamos escasos minutos, una hora tal vez, terminamos y regresamos a casa.

Cené, estoy viendo una película.
Estoy anhelando verla pronto.

Carta a DianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora