Capítulo V: ¡Formen Tropas!

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Caminé junto a Keet entre la gente, haciéndonos espacio para llegar al lugar donde estaba Diz, la preocupación era protagonista en los rostros de las personas que se movían a nuestro lado.

– Es por aquí – Dijo Keet guiándome por un callejón en bajada hasta llegar a una especie de barranco, en la orilla había una ancha rampa para bajar hasta la entrada de un gran cubículo fabricado con extraño material brillante de color negro azabache

Dentro, había aproximadamente 50 personas con batas blancas y uniformes de enfermeras desplazándose con apuro de aquí para allá; en el suelo se desplegaban incontables colchonetas sobre las cuales descansaban un montón de heridos cuyos quejidos inundaban todo el lugar. Busqué con mirada desesperada encontrándome con los ojos de muchos de los heridos en el camino, hasta que di con ella. Se encontraba allí desprotegida e indefensa con su mirada triste y perdida el techo del lugar. La venda que le había puesto el doctor que la atendió después del accidente ya no estaba, en su lugar había un gran yeso que cubría desde su pie hasta más arriba del medio muslo. Sin pensarlo demasiado me acerqué a ella.

– Pequeña, aquí estas – Dije abrazándola – No sabes cuánto me alegra que estés bien

– Recuerda que ella no puede entenderte – Dijo Keet poniéndose a mi lado

– Ya habrá tiempo de resolver eso – Respondí mirándola con ternura.

Esa niña me hacía sentir que todo era posible, que muy a pesar de las adversidades sólo bastaba con abrir bien los ojos y mirar al cielo para sentirnos vivos, así nos encontremos en el último aliento de nuestras vidas. Pude reconocer en sus ojos que quería preguntarme por Liah, pues no paraba de mirar a la puerta como esperando que ella entrara a buscarla.

– Ella no vendrá – Dije abrazándola muy fuerte, mientras mi voz se quebraba en millones de pedacitos.

Su reacción fue como si hubiese entendido a la perfección mis palabras. Una lágrima rodó despacio por su pequeño y redondo rostro, sentí como mi corazón se oprimía en un puño; rápidamente pasó el revés de su mano por su mejilla para eliminar todo rastro de dolor y se mantuvo quieta, mirándome fijamente. La levanté en mis brazos y me dirigí a Keet.

– Ya podemos ir a buscar a mamá

– Ya que estamos aquí deberíamos buscarla entre los heridos – Dijo Keet en voz baja

– Yo iré por la derecha, tu ve por la izquierda. Nos veremos aquí en 15 minutos ¿bien?

– Bien – respondió mientras ponía en marcha el plan

Caminé por el largo pasillo hacia la derecha llevando a Diz aún en brazos. Me costaba de sobremanera mirar a todas esas personas heridas y no poder hacer nada por ellos, en ese momento todo el dolor físico que sentía se había reducido casi a cero, prácticamente no me había pasado nada en comparación con todos ellos. Llegué al final del pasillo sin poder encontrarla, por lo que volví apresurada al punto de partida. Keet estuvo conmigo casi al instante

– La encontré, está por aquí – dijo llevándome por el lado contrario del pasillo

El corto camino se me hizo eterno, la ansiedad que tenía por ver y abrazar a mi madre me superaba en todos los sentidos.

– Espera – dijo Keet deteniéndose

– ¿Qué pasa?

– Mamá está herida

– Creo que es algo lógico, ¿por eso está aquí no?

– Quiero decir, muy herida – dijo muy bajito

Attwater - El TeoremaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora