Capítulo VI: Operación Rescate

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Lucy me tomó del brazo y me llevó a una esquina, al fondo, lo más alejados de todos los integrantes del grupo como fue posible para evitar ser escuchados y sentó en la última camilla de la larga fila que comenzaba en la puerta del lugar, el cual parecía ser un galpón abandonado

– Keet, dime ahora mismo que estás pensando. Si no lo has notado esos hombres nos superan en número, y por mucho – dijo intentando hacerme entrar en razón – además parecen muy fuertes, obviamente están mejor hidratados y alimentados que nosotros, lo único que ganaremos es que nos maten o nos manden a algún calabozo donde nos dejarán morir de sed

– Tenemos que intentarlo, si no hacemos nada o algo sale mal la perderemos en ambos casos, pero será mucho mejor si tenemos la consciencia limpia sabiendo que hicimos todo lo que pudimos. Jamás me perdonaré dejarla abandonada a su suerte, se lo prometí a mamá

Lucy se mantuvo en silencio por un momento mientras procesaba lo que le había dicho.

– Creo que tienes razón, al final ya no nos queda mucha vida que perder – dijo finalmente – cuéntame tu plan

– Tenemos que esperar la media noche, para eso deben faltar aproximadamente 2 horas – Comencé a explicarle el plan – cuando me trajeron escuché a uno de los uniformados decir que a esa hora sería el cambio de guardia, por lo que tenemos que aprovechar ese momento para salir de aquí y correr hasta el campamento del grupo B sin ser vistos. En la fila de la identificación pedí que Diz pasara primero para poder ver a donde la llevaban, el sujeto se la llevó por la parte de atrás, así que debemos correr rápido, pero con mucho cuidado.

– ¿Cómo sabes cuanto tiempo tenemos entre una guardia y otra? – preguntó después de escuchar muy atenta

– No lo sé, para eso necesitamos la rapidez

– No sé si mi tobillo aguantará tanta presión, recuerda que estoy lastimada

– Lucy – suspiré para contener las ganas de gritar – tienes que entender que no es tiempo de descansar. Si permaneces aquí sentada es posible que tu tobillo sane en unos días, y cuando ya no duela estaremos en quien sabe que lugar haciendo cualquier trabajo que nos impongan ¿Quieres eso? – pregunté alterándome un poco

– Tienes razón – admitió – pero no sabemos que hay que hacer para sobrevivir allí fuera, tendríamos que escondernos y seguramente moriremos de sed

– Pero seríamos libres – respondí reafirmando mi posición – no nací para ser esclavo de nadie. Ya nos quedó claro que estás personas son malas, sin contar que ni siquiera sabemos quienes son, ¿terroristas? ¿extranjeros? No permiten que les veamos el rostro, eso me llena de desconfianza, está explicito que únicamente quieren abusar de su poder, poder que ellos mismos se atribuyeron – Agaché la mirada al suelo para despejar un poco mi mente, entendía su miedo, pero no podía comportarse como una cobarde al final del día – Necesito que me apoyes Lucy, porque no puedo hacer esto sin ti – Añadí al final

Luego de un momento por fin rompió el silencio que quedó entre los dos, tenía miedo de que se negara a proceder con el plan, ya que eso me pondría en una situación difícil, tendría que escoger entre la posibilidad de ser libre con Diz, o vivir esclavizado junto a ella, y ambos sabemos que la escogería a ella, porque siempre había sido así, la escogía a ella por encima de todo, incluso por encima de mí.

– Iré contigo – susurró liberándome de la presión que atrapaba mi pecho. Me lancé sobre sus hombros para cubrirla en un abrazo, el más grande que le había dado jamás.

– Gracias, no te arrepentirás. Lo juro – afirmé deshaciendo el abrazo cuando escuché un quejido de su parte – entonces, manos a la obra

Al poco tiempo que terminamos de repasar el plan unas cuantas veces apareció uno de los hombres uniformados entrando con demasiada autoridad en el campamento.

Attwater - El TeoremaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora