Capitulo 2. ¿Quien demonios eres?

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Su mente aun no asimilaba el hecho de que Alex estaba perdido. Solo procesaba el temor y la inquietud de él.
Al ver todas estas puertas, su primer impulso fue a correr a alguna de ellas y ver si estaba abierta. Fue corriendo a las puertas del frente, eran 7 puertas, oscuras y empolvadas, con luces encimas de ellas pero de luces muy opacas y débiles. Agarro la manilla de una de ellas y giro, estaba cerrada, fue a la siguiente e intento lo mismo, pero también estaba cerrada. De su desesperación hizo lo mismo con las 7 puertas, las empujaba, las intentaba forzar. Gritaba por ayuda con toda la fuerza que tenia, no pudo evitar caer en un estado de tristeza y claustrofobia. Pegó la frente de una de ella varias veces y comenzó a llorar, un llanto de miedo. Drenó todas sus emociones en ese llanto.
Echó unos pasos para atrás y se tumbo en el suelo a llorar.
Luego de unos minutos, cuando ya estaba mas calmado, recobro el control de su mente y su cuerpo y se dispuso a permanecer en un estado sereno. Al momento de que logró serenar su mente el ambiente turbio y macabro disminuyo de manera rápida y el aire frío disminuyo casi que inmediato. Se sentó de manera mas erguida y puso a su mente a funcionar.
Exploro todas las opciones, una por una. Alex tenia la habilidad de pensar en todo de la manera mas realista posible, así resolvía todo, evaluando probabilidades por probabilidad y sacaba una estadística de cual era la mas aceptable y menos riesgosa. Lamentablemente en ese momento las probabilidades a salir de ahí eran 1 en un millón.
Tendría suerte si le tocara ese numero uno. Respiro profundo e intento poner su mente en blanco de nuevo. Algo muy difícil pero la mejor manera de empezar a solucionar.
Luego de que logró esto se puso en pie, y se decidió a explorar a ver si veía algún indicio de donde estaba y a ver si veía alguna llave o algo que pudiera usar para abrir las puertas.
Caminó por el pasillo que estaba a su izquierda, y comenzó a observar todas las puertas, sin intentar nada. Algunas estaban muy gastadas, otras un poco mas nuevas. Eso parecía extraño. Había un charco que salia de una de ellas. Recordó su nariz rota y se llevó la mano a la cara por reflejo, no pudo evitar estornudar dos veces luego de esto. Se observo la mano y estaba totalmente sucia, llena de polvo. Se preguntó de donde habría sido. Y recordó las puertas que había intentado abrir antes de su ataque de miedo.
Luego de pasar unas 20 puertas en cada lado, llego al final del pasillo, no había nada ahí, solo una mesa vacía y sucia. Aquel sitio era polvo en abundancia.

Se devolvió y llego de nuevo al centro del salón y hubo algo que le llamó la atención. Algo brillaba en las puertas, se acerco con mucho cuidado para poder ver bien que era lo que brillaba. Eran las manijas, eran doradas, parecían de oro. Esto le impresionó.

—¿Que demonios hace una manija de oro en un sitio tan descuidado como este?.–Dijo Alexander con gran confusión.

Nada era normal en aquel sitio, al parecer ahí nada tenia sentido.

Pasó la mano por la puerta y descubrió que también había una placa, esta vacía, pero también era de oro. Le quitó por completo el polvo y no encontró nada mas. Esto estaba ya muy extraño. Se alejo de ellas y se limpio las manos de la franela. Se observó vestido y se dio cuenta que parecía un indigente, pero ese era el menor de sus problemas.
Se encaminó hacia el pasillo de la derecha haber si tenia mejor suerte con este.
Camino de nuevo detallando las puertas. Había una que estaba en buen estado pero no tenia manija. Esto le pareció muy extraño y se acerco a ella con cuidado a ver que había dentro. Tenia una placa algo rayada y gastada, decía "Timore". Esto le causo confusión.

—Seguro debe decir Temores o Temor. Algún idiota lo escribió mal y solo lo puso ahí. Pero, ¿Por que le pondría tal nombre a una puerta? Es estúpido y confuso.–Dijo Alex.

Con cuidado la empujo lento y cuando miró en el cuarto solo había oscuridad, totalmente espesa. No se atrevió a entrar así. Buscó un interruptor de la luz por el lado izquierdo dentro dentro del cuarto pero la pared que sintió era extraña, era suave y era grumosa. Daba la sensación de que la pared se movía. Al fin encontró el interruptor y encendió la luz. Lo que vio le causo un espanto increíble...
La habitación estaba repleta de cucarachas. En las paredes, en el piso, en el techo, no se veía mas que cucarachas por todos lados. De repente todas se fueron hacia él. Fueron trepando su pantalón y su camisa. Estaban por todos lados. El se las quitaba con mucha rapidez debido al temor que le causaban. No sabia que hacer, solo se echaba hacia atrás tratando de quitarse todas las cucarachas de encima. Estaban en todos lados. Inclusive llegaron a su cabello y cara, dentro de su camisa. Mientras se echaba hacia atrás se tropezó y cayó, del miedo solo giró y gateó hasta la puerta que tenia detrás. Sin pensarla la abrió y entro. Justo al momento de entrar a aquella habitación descubrió que no había suelo. Era agua. Un mar inmenso, sin ningún punto de tierra cercano. Ningún barco o bote cerca. Nada. El estaba hundido en el agua, volvió a la superficie e intento volver a la puerta, pero la puerta solo se alejaba mas y mas hasta desaparecer. Ya no habían cucarachas pero estaba en medio de la nada intentando mantenerse a flote. Su corazón el iba a estallar, otra vez.
De repente divisó una sombra en el mar. Algo que lo rondaba lentamente. El pánico se adueño de el y trato de no moverse mucho, solo para flotar. La sombra cada vez se hacia mas oscura, mas cerca. Pero de repente desaparecía.
Hasta que sintió algo en la pierna, y sin previo aviso eso le jalo hacia el fondo del mar. Con mucha velocidad. Se estaba ahogando y no sabia que hacer. Iba en dirección a la oscuridad total del fondo del océano. Unos tentáculos los sostenía fuertemente. No podía moverse.
Solo dio un grito que se perdió entre muchas burbujas bajo el agua y cerro los ojos. Sintió un golpe...

Abrió los ojos y, estaba tirado en el suelo. En frente de la puerta de "Timore" de nuevo. Respirando agitadamente, observandola. No lo creía. Había sido el peor momento de toda su vida. Dos de sus peores miedos seguidos. No encontraba moverse, solo observar con desconcierto la puerta. Que estaba cerrada como si nunca la hubieran abierto. Y veía algo raro, esta vez si tenia manija.
Se llevo las manos a la cara y se tapó los ojos.

—¡Es solo una pesadilla, es solo una pesadilla! ¡Despierta, Alexander, despierta!. –Se decía Alex con desesperación sin abrir los ojos y quitarse los ojos de la cara– ¡Vamos, reacciona! ¡Tienes que despertar!

El pasillo se inundo rápido de un olor a tabaco, fuerte, cerca de el. Como si alguien estuviese fumando un cigarrillo a su lado.
Cuando escuchó una voz.

—¿Estaba fría el agua?.–Dijo la voz misteriosa con cierto tono de ironía y sarcasmo.– Imagino que no, porque no te veo temblando, por lo menos no de frío. Y no, no es una pesadilla. Y antes de que sigas con lo que sea que estés haciendo, puedo responderte de una vez a tu pregunta; si estas escuchando una voz, y estoy a tu derecha. Puedes voltear si lo deseas.

Quito las manos de su cara, abrió los ojos lentamente mientras olía y volteo a su derecha.
Era un señor, bien vestido, sentado en una silla de madera que se preguntaba de donde la habría sacado. Estaba fumándose un cigarro, despreocupado. Lo miraba fijo con una expresión de aburrimiento y diversión al mismo tiempo. Era una expresión confusa.
Alexander se quedo estupefacto, no sabia si alegrarse porque no era el único en aquel extraño sitio, o entristecerse por saber que no era una pesadilla y que estaba con un extraño en un sitio que al parecer no tenia salida.

—Latín.–Dijo el señor mientras le daba una calada lenta a su cigarrillo.
—¿Ah?.–Respondió Alex con confusión y desespero.
—El letrero, el de la puerta. Esta en latín. Pero no puedo negar el hecho de que un idiota lo puso ahí.

Alex se tornó confundido, no entendía absolutamente nada.
Se puso de pie sin dejar de mirarlo. No dijo nada, no hizo ningún sonido. Estaba ahí parado viendolo con una mezcla de confusión y miedo.

—Vamos, Alex. No me mires tan feo. Ni siquiera te he dicho nada malo. Casi ni hemos hablado.
—¿Como sabes mi nombre?
—Yo lo se todo.
Alex lo miro con mas desconcierto del que ya tenia.
—Pero, ¿Quien demonios eres tu?.

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