Capitulo 3. Soy tu guía.

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-Mi nombre es Jack Dábel. -dijo el extraño-.
-¿Jack Dábel? ¿Como sabes mi nombre? ¿Que haces aquí?
-Vamos, una pregunta a la vez, ¿Acaso eres policía? -ríe sarcásticamente y luego vuelve a su expresión tranquila y relajada.- Ya te lo he dicho antes, yo lo se todo. Y me preguntas que hago aquí cuando tu ni siquiera sabes porque estas aquí. En nada te beneficiaría mi respuesta si aun no tienes todas las piezas.
-Si todo lo sabes, entonces. Dime que hago yo aquí.
-Muy astuto, Alex. Bueno, tu solo eres un caminante de su propio infierno.

Alex se le erizo la piel al escuchar aquellas palabras y eso le hizo quedar aun mas confuso.

-Y ahora que ya se que hago aquí, respóndeme. ¿Que haces tu aquí?
-Soy tu guía, imbécil.
-¿Mi guía?
-Claro, todo infierno requiere un guía.

Alex admitió que su respuesta tenia cierto toque de sarcasmo sutil que solo causaba mas interés. Le gustaba la manera de hablar de Jack, le recordaba a sus tiempos de universidad, solía hablarle así a sus compañeros de aula, siempre con pedancia y exceso de sinceridad. Aquella manera de hablar le habría ahorrado muchos problemas pero también le había sumado algunos. Nunca solía callarse nada, siempre decía lo que pensaba. Con el tiempo fue aprendiendo a guardar silencio, debido a las diversas situaciones que esta actitud le había causado. Pero se dijo que nunca dejaría su manera elocuente y pedante de hablar. A veces solía decir, quizás de manera jocosa, que ese era una de sus mayores virtudes, la sinceridad; y que su pedancia solía ser atractiva para muchas mujeres. En esto ultimo tenia razón.
De pronto volvió en si y aun estaba tirado en el suelo desconcertado. Se puso de pie lentamente mientras analizaba sus siguientes acciones. Estaba decidido a no perder el control otra vez, aunque sabia que lo que le esperaba no era nada fácil. Algo se lo decía, tenia una corazonada. Siempre le hacia caso a sus corazonadas.

-Si este es el infierno, y se supone que tu eres mi guía. ¿No se supone que deberíamos estar caminando por un senda mientras vemos gente sufrir y agonizar? -Dijo Alex.
-En realidad, si. Pero estaba esperando que se pasara tu pequeña crisis para darte el recorrido completo y cumplir mi papel. ¿Te dan muy a menudo verdad? Deberías medicarte. O quizás no. No creo en los placebos. Mejor sigue así, me caes mejor.

Jack se levantó de su silla. Encendió otro cigarrillo y se acomodo su ropa.

-Vamos, querido. Demos un paseo. -Dijo Jack.

El tono irónico de Jack causaba risa. Pero Alex no estaba de humor para ironías ni nada por el estilo. Su meta era salir de ahí, a pesar de tener respuestas que no le ayudaban en nada. La palabra "Infierno" le resonaba muy alto en la mente, como un estero a todo volumen tocando musica psicodélica, pero que no hallaba como apagar, solo le desconcentraba mas. Siguió a Jack hasta el centro de la habitación. Pues no había mucho para donde caminar. Jack de detuvo en seco a mirar las puertas de letreros dorados, soltó un pequeña risa y siguió caminando hacia el pasillo que estaba del lado derecho de la habitación. Alex iba detrás de él, como si Jack fuese un perro lazarillo que lleva a un ciego por alguna avenida no muy transcurrida. Jack se detuvo y se volvió hacia Alex al tiempo en que tiraba al cigarro al suelo y lo apagaba pisandolo.

-Hasta ahora, ¿Que pistas has recabado? -Le dijo Jack.
-Solo se que no debo abrir cualquier puerta. Y que dejo aprender latín.

Jack sonrió, le gustaba que Alex estuviera empezando a ver la situación mas fácil de llevar.

-El latín me gusta. También me gusta el alemán, el ruso, el francés y el italiano. Pero ese no es el caso. Te mostrare algo que te hará saber un poco mas en el sitio en que estas, sigueme.

Fueron a una puerta que estaba en un estado un poco deteriorado pero se veía en buenas condiciones. El letrero decía "Quod". Alex no entendió que significaba esa palabra y no le quiso preguntar a Jack porque estaba seguro de que éste seria pedante al respecto.

-A esta puedes pasar con tranquilidad. -Le dijo Jack, señandolandole la puerta con su mano izquierda.
-¿Que hay ahí dentro? No pienso abrir otra puerta de este lugar sin saber que dice el letrero.
-No seas miedoso, Alex. En la vida hay que tomar ciertos riesgos.
-Ya he tomado los suficientes.
-De eso estoy seguro. Solo abre esta y te explico.
-No lo haré.

Jack se le acerco, su rostro había cambiado, paso de ser una expresión tranquila a un rostro iracundo y serio. Tomo la mano de Alex y lo acerco a la puerta.
Alex trato de resistirse pero no podía contra la fuerza de Jack. Cuando estaban en frente de la puerta se pararon.

-Te prometo que te vas a divertir, Alex. -Le dijo Alex picandole el ojo mientras acerco su mano a la manija.

En el momento en el que Alex tomo la manilla de la puerta un recuerdo se le vino a la cabeza, recordó una navidad, un cumpleaños de su abuelo en el que su padre estaba ausente desde hace días. Siempre había tenido un rencor profundo a su padre por muchas razones, todas ellas estaban justificadas. Recordó claramente su primer beso, su primera cita. También se le hizo visible cada funeral de cada familiar. Pudo ver sus momentos de escuela. Vio muy claro el día en que se raspó la rodilla jugando en su patio y su madre se acercó a él dandole un beso en la frente y sobandole la rodilla con amor.
Alex se sintió triste al ver eso, no pudo mas y tuvo que cerrar los ojos y se alejó bruscamente de la puerta. Se soltó de las manos de Jack y se alejó un poco al mismo tiempo que abría los ojos, con ira y cansado de estar perdido en un sitio extraño.

-¿Te dará otra crisis? Dime para buscar una silla.-Dijo Jack tranquilamente, su expresión había vuelto a ser la misma.
-¡¿Donde demonios estoy!?. -Gritó Alex con mucha ira.
-Oye, tranquilo. No hay que gritar tampoco.
-¡Dimelo! ¡Dime donde estoy!
Jack puso una pequeña sonrisa en su rostro.
-Estamos en tu mente, Alex.

Introspección.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora