Capitulo 2

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-¿Tan temprano te estas de ida amor?.-reclamaba la abuela Lucresia.

Ya eran las once y cuarto de la noche, y sólo faltaban cuarenta y cinco minutos para que empiece mi carrera.

Es la revancha con el idiota de Humberto, el muy maldito quería quitarme a una de mis mujeres y eso yo no lo iba a permitir.

Obvio no.

Lo que es mio es mio y punto.

Por la mujer que estábamos compitiendo, era nada mas y nada menos, que la hermosa rubia Sofía.

Una diosa del sexo.

Y el maldito de Humberto la estaba seduciendo.

-Sí abuela, tengo cosas que hacer.-dije cruzando el marco de la puerta para ir a la sala.

-!Adrián, te regresas ahora mismo a la mesa o no respondo!.-Mi madre siempre a querer controlarme, pero nunca lo logró, el que tenía efecto en mi era mi padre...

Me di la vuelta.

-Mamá tengo cosas muy importantes que hacer.-dije lo mas tranquilo del mundo, lo único que quería era largarme de aquí de una buena vez.

-¿Más importantes que tu familia?.-preguntó.

-Sabes muy bien que esto ya no es una familia sin papá.-me di la vuelta y retomé mi rumbo.

-¡Adrián!.-volvió a gritar pero ya no le hice caso.

Monté en mi moto y me dirigí a mi destino.



-Pensé que no llegarías socio.-Hizo comillas con sus dedos resaltando la palabra.

-No soy tu socio cabrón, callate y que empiece de una vez esto.-escupi.

-Andando.

La gente se nos amontonó al rededor, alagando.

Obviamente a mí.

Nos acomodamos en el punto de salida, ida y vuelta a la carretera.

Una zona peligrosa, pero vale la pena, por esa mujer...

Una morena se paró en medio de las dos motos, alzó las manos con dos banderines negros en señal para prepararse, los bajó y arrancamos.

Yo salí primero, a más de ciento cincuenta kilómetros por hora, esto era pan comido para mí, toda mi vida he conducido moto, es cómo respirar.

Aunque hay que decir verdad el maldito de Humberto también era bueno.

Estábamos a doscientos metros de la llegada, íbamos a la par.

-Ahora será mía.-Se carcajeaba y gritaba.

Yo sólo lo fulmine con la mirada.

Aún no sabía si me había hecho idiota o simplemente lo hacía por demostrarle a todos que soy el mejor.

¿Pelear por una vagina?

Nunca creí caer tan bajo.

¿Ésa mujer vale la pena?

No lo sé.

¿Me quiere?

No tengo ni la menor idea.

Nada se compara con mi ángel Samaria.

Al fin y al cabo llegué yo en primer lugar ¿El premio?

La rubia.

-¡Bravo mi amor, te amo!.-Chillaba Sofía. Algo que no soportaba de ella era su voz, nada comparado con la melodiosa voz de Samaria.

¿Mi Mayor Adicción? TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora