—Lucía García, 16 años, forma parte de un club de literatura desde hace cuatro años y aún le da vergüenza leer en público. No es la persona con más pasta exactamente, su padre falleció cuando ella tenía cinco años y su madre trabaja en una tienda para mantener a sus cuatro hijos, y entre ellos, está ella. Siempre es el mejor promedio en Lengua y Literatura, y las cosas que escribe son arte puro, creo que a esta también le veo futuro.
Dejó su lata sobre la mesa después del último sorbo y continuó con el análisis. Mientras tanto, Rubén la miraba fascinado de cuán observadora podía ser Eleanor, y era una cosa que le encantaba de ella.
—Vanessa León, 16 años, aunque su mala fama de guarra la delate, perdió la virginidad a los 14 con su novio de aquel entonces y por lo que me han contado, no usaron condón, aunque tuvieron la suerte de que ella no quedó preñada. Afortunadamente, al día siguiente dieron la clase de educación sexual y ambos quisieron suicidarse en ese momento.
Rubén rió al enterarse de semejante estupidez.
—Sus padres suizos tienen buenos empleos en una gran empresa como gerentes y eso les asegura un caserón como este, de por vida. Está siempre rodeada de "amigos" —dijo haciendo comillas—, aunque yo les llamo babosos gilipollas, y es muy buena persona con todos.
Se quedó observando al grupo por unos segundos, y como aún le quedaban muchos por describir, decidió saltarse un par y terminar con el más importante de todos.
Giró lentamente su cabeza para mirar a Rubén, y con una veja alzada, inició la definición.
—Rubén Doblas, 17 años, su madre es noruega y su padre desaparecido (que si te digo la verdad, aún espero saber qué pasó con él porque no se lo ha dicho a nadie) —dijo susurrando esa última frase, y Rubén rió— es español, repitió primero, y por lo que tengo entendido le gustan los gatos gordos y jugar videojuegos en sus tiempos libres. Es muy bueno en Lengua y Literatura, aunque está justo debajo de Lucía García, y Eleanor Marís en los mejores promedios. Le encantan las cervezas Heineken, y, entre nosotros, dice que le van más las pelirrojas que las rubias.
El chico que acababa de ser definido rió por cómo había dicho lo último, y dio el último sorbo de su lata de cerveza.
—Muy interesante... —replicó él.
—Observando un poco puedes saber mucho. Callando se sabe más que hablando.
—Qué sabias tus palabras.
—Lo sé, y se me acaban de ocurrir.
Los dos rieron.
En multimedia se encuentra Sergio.
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»beer« rdg.
FanfictionDonde un pack de nueve cervezas Heineken pueden unir a dos adolescentes.