Caminaba desesperada por las calles de New York, mientras hablaba por teléfono.
Iba atrasada al trabajo, tal vez Johnny me reprenda por llegar tarde.... Aunque es la primera vez que llego tarde.
«Si, madre. Estaré bien, gracias por acordarte de mi cumpleaños 21.. Te quiero. " y colgué el teléfono.
Iba tan distraída metiendo mi teléfono a mi bolso que no me di cuenta de que un chico moreno, un poco alto, ojos oscuros y cabello rizado negro, chocó contra mí.
Cuando reaccioné yo ya estaba encima del chico.
Abrí los ojos y me encontré con cierta confusión reflejada en aquellos marrones ojos.
Al verlos me perdí en la profundidad de ellos y sin querer pude ver a través de ellos un mar de alegrías y despreocupaciones, una persona maravillosa.
Mi corazón comenzó a latir rápidamente cuando por fin habló.
-Yo.... Lo lamento, no vi por donde venía. - susurró mientras sus mejillas se tornaban de un tono carmesí ;estaba avergonzado.
Yo contraataque con un “No hay problema... " mientras me levantaba de su pecho.
Me presente y el hizo lo mismo mientras me regalaba una hermosa sonrisa.
Me invitó un café y platicamos sobre nuestras vidas.
Nunca conocí a ningún chico como él.
Pasaron los dias, semanas.
Hasta que volví a chocar con el en el parque.
De ahi compartimos números y chateabamos sin descanso.
Al paso del tiempo nos enamoramos, nos casamos y ahora tenemos una hermosa niña de ojos oscuros, como los de su padre.
La vimos crecer pero cuando cumplió 18 se fue de la casa y vivió su vida.
Yo siempre tuve la inseguridad de que el amor de mi vida se fuera.
Pero el siempre respondía entre risas «El cielo puede esperar..»
Hasta que ya no pudo repetirlo.
Ahora vivo sola, temerosa.
Mi hija me culpó por la muerte de su padre pero, no era verdad lo que ella decía.
Solamente me toca cerrar los ojos y caer en un sueño del que nunca despertaré.
