Capítulo 1

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¡Hola! Gracias por leer. Os agradecería que leyerais las anotaciones del final.

Me levanté del sofá, aburrida de las repetitivas series que echaban en la televisión, y me dirigí a la puerta de cristal que daba al jardín trasero. Observé a mi hermanita Lilly de 6 años jugar con la nieve que hace poco empezó a caer. Aquí era invierno la mayor parte del año; si no nevaba, hacía el frío característico de esta zona de montaña.

Desde que mi familia, constituida por mi padre, mi hermanita y yo, nos mudamos y abandonamos España, tuvimos que acostumbrarnos al frío clima.

La razón por la que nos mudamos fue mi madre. Ella murió aquí, en su tierra natal, mientras escalaba una montaña. No llegó a saber que una avalancha acabó con su vida de aventurera, una vida que la llevó a hacer muchos viajes alrededor del mundo. Nosotros estábamos en España cuando pasó, yo tenía 10 años y Lilly acababa de celebrar su primer cumpleaños. Mi padre decidió que nos mudaríamos allí porque era donde iban a enterrar a mamá y porque la única familia que nos quedaba, mis abuelos y tíos maternos, vivían allí.

A todo esto, os estoy soltando el rollo de mi vida y aún no me he presentado.

Me llamo Lía, y en el momento en que comienza esta historia, tenía 16 años, y mi hermanita, 6. Hablando de ella, siempre le he tenido una "envidia" cariñosa porque ella había salido como mamá: rubia, con el pelo liso, y ojos entre un verde azulado y el color del mar. Sin embargo, yo me parecía más a mi adre español: cabello castaño oscuro rizado, que en ese momento llevaba suelto un poco más abajo de los hombros, y ojos de un marrón tan oscuro que parecía negro. Necesitabas acercarte mucho para distinguirlos, cosa que yo no dejaba hacer a nadie.

Bueno, dejando de lado las presentaciones, volvamos a la historia...

Cogí mi bufa manta favorita, de tonos grises y blancos, me la enrollé al cuello y decidí salir a divertirme con ella.

La pequeña estaba de espaldas a mí, parecía que hablaba entusiasmada con alguien, aunque no había nadie, así que decidí usar su momento de distracción a mi favor. Cogí nieve del suelo y formé una bola. Se la lancé y la di en la cabeza, llenando de nieve su gorrito rosa con orejitas de conejo.

— ¡Hey! ¡Lia!—se quejó ella riendo.

— ¡Guerra de bolas de nieve!—la grité yo.

Siempre que hacíamos una batalla de estas, teníamos unas pautas a seguir: había tiempo para que cada una para que cada una construyera su fuerte de nieve y formar cinco bolas de nieve para que no hubiera desventajas. Cuando acabásemos, diríamos "¡Listas!" y empezaríamos la cuenta atrás. La que recibiera tres disparos, perdía.

— ¡Lista!—dijimos casi al unísono.

— 3...—empecé yo.

— 2...—siguió ella.

— ¡1! ¡A luchar!—grité yo emocionada. Sí, llámenme niña, aún me emociono con estas cosas.

Pensé que tenía la ventaja cuando acerté un tiro, pero después de que se nos agotara la munición precargada, empecé a notar que Lilly acumulaba bolas de nieve demasiado rápido, y era como si algo la protegiera de mis proyectiles.

Pronto, gracias a su sorprendente ventaja, perdí 3 a 1.

— Guau, eres increíble, te has vuelto muy buena—le diji quitándome la nieve.

—¡Jack Frost me ayudó!—exclamó Lilly emocionada.

— ¡Pero eso es trampa!—la regañé, divertida.

— No, no lo es...—empezó ella, juntando los dedos y sintiéndose culpable— Él solo me ayudó a hacer más bolas... y detuvo tus disparos... ¡No es mi culpa! ¡Él quiso!—y señaló acusatoriamente al espíritu del invierno.

Yo miré a Jack Frost. O donde se suponía que Jack Frost debía estar, según Lilly.

Por supuesto que no creía que el "espíritu del invierno y la diversión" existiera. Dejé de creer en esas cosas hace bastante tiempo. Desde que nos mudamos aquí hace casi seis años, ayudaba a mi padre a comprar y poner los regalos de Navidad debajo del árbol. Aunque a la mañana siguiente aparecían regalos para Lilly y para mí que no había visto antes, pero sabía que papá los había escondido para darme una sorpresa. Al menos, eso era lo que yo pensaba.

Sin embargo, no quería que la ilusión de mi hermanita se perdiera, así que fingí enfadarme con la nada.

— Eso no es justo, Jack—le repliqué al aire en frente de mí— Bueno, no al menos si a la próxima me ayudas a mí.

Miré mi reloj y vi que era la hora de comer.

— Lilly, volvamos a casa, es la hora de comer.

— Está bien... ¡Adiós, Jack!—se despidió alegre— Lía, tú también.

Estiré mi mano y la estreché en el aire. En ese momento, una brisa gélida pasó entre mis dedos. Ya había sentido esa brisa otras veces antes, así que supuse que era típico de la zona montañosa en la que vivíamos.

— Adiós, Jack.

De repente, aunque solo por un momento, me pareció distinguir unos ojos azules como el hielo, en medio de los copos de nieve que seguían cayendo. Fue sólo por un breve instante, después desaparecieron.

Di por hecho que había sido un lapsus, así que me froté un poco los ojos y volví a entrar en casa con Lilly.

Preparé la comida mientras mi hermanita ponía la mesa.

Comimos las dos solas, ya que nuestro padre estaba en la capital, trabajando. El trabajo que encontró aquí le obligaba a marcharse cuatro días seguidos, volviendo a casa durante dos días y de nuevo marchar a la capital. Aunque todos los días llamaba para saber que estábamos bien. Había llamado esta mañana para decir que el martes llegaría a tiempo para recogernos del colegio. Las dos íbamos a la misma institución, que tenía infantil, primaria, secundaria y bachiller, era un conjunto de edificios que constaba de varios patios de recreo y un amplio parque con árboles y todo.

Ese día era sábado, así que por la tarde hice los deberes junto con Lilly para que el domingo pudiera salir con mis amigas mientras mi hermanita pasaba la tarde jugando con los primos en casa de la tía Magda.

Después de cenar y acostar a Lilly, me fui a mi cuarto, cansada y me acosté nada más ponerme el pijama. Me quedé mirando a la ventana, donde empezó a aparecer escarcha que dibujaba copos de nieve. Estaba demasiado adormilada como para pensar que eso era extraño.

Enseguida me dormí, y soñé con esos extraños ojos azules como el hielo.

¡Hola de nuevo! 

Esta es mi primera historia, bueno, fanfic, que me atrevo a subir aquí en Wattpad. No es el primero que escribo, pero antes de empezar a subir historias como loca, me gustaría saber si mi forma de escribir le gusta a la gente.

Sé que este capítulo puede ser engorroso con las presentaciones, pero prometo que en los que siguen, si es que os gusta la historia, los haré un poco más cortos. O no, depende de lo que decidáis.

De momento tengo pensado subir el siguiente capítulo este sábado y continuar subiendo uno o dos capítulos a la semana, el viernes y/o sábado. Depende del tiempo que tenga.

Me gustaría que comentarais por favor si os gusta la historia y mi forma de escribir, y después de subir el siguiente decidiré si seguir o no.

¡Un saludo y muchas gracias por leer!

Se despide, Cynder.




Vuelve a creer [Jack Frost]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora