El viaje había sido corto, en seguida llegamos al frío y cubierto de hielo Polo Norte. Durante el trayecto me sentí un poco incómoda, porque antes de que Jack sacara una bola de nieve y de ella apareciera un portal, tenía que agarrarme con fuerza a él para no caerme. Por la tanto, tenía que estar pegada a él. Jack pareció no notarlo, pero yo estaba sonrojada. Me hacía sentir extraña. No sabía cómo definir la sensación, pero era muy parecida al tirón en el estómago que me dio al cruzar el portal.
Cuando salimos del espacio alterado por ese... ¿pasadizo? No sabía cómo llamarlo, pero era como pasar por un túnel con muchas luces a gran velocidad. Bueno, el caso es que la cabeza me daba vueltas, tuve que sujetármela con la mano.
—Hey, ¿estás bien? Sé que el viaje es un poco brusco... —me preguntó Jack. parecía un poco preocupado.
—Creo que lo superaré —sonreí, ya sin mareos.
Me fijé en donde estaba. Era una gran sala, con una rosa de los vientos dibuja da en el suelo rojo, se podía observar un globo terráqueo enorme que estaba en la palnta de abajo pero sin embargo abarcaba mucho espacio y llegaba casi al techo. Había duendes que llevaban un gorro con cascabel muy en desproporción con su tamaño que llevaban juguetes y galletas de aquí para allá y yetis pintando otros jueguetes de madera. Sí, duendes y yetis. Todo muy surrealista.
—¡Jack, al fin llegas! —escuché una voz algo aguda, emocionada, que provenía de una mujer pájaro. Bueno, lo único que tenía de mujer es la cara, las manos, y la forma de su cuerpo, que estaba cubierto por plumas verdes y azules que brillaban. Las más llamativas esteban en su cabeza, formando una especie de corona de tonos amarillos y rosas. Las pestañas que cubrían sus ojos morados también eran plumas, como de pavo real. Y de su espalda nacían unas alas que casi no se distinguen de lo rápido que las batía— ¡Oh! ¿Y quién es esta chica?
Se acercó rápido hacia mi y me saludó con una rápida sacudida de manos mirándome a los ojos y sonriendo con sus dientes perfectos y blancos.
—Hola, soy el Hada de los Dientes, pero puedes llamarme Tooth—de repente, dejó de sujetar mis manos para empezar a inspeccionar mi boca— ¡Oh! ¡Tienes unos dientes muy sanos y bien delineados! ¡Y qué blancos que son! ¿Qué pasta de dientes usas? ¿Usas algún blanqueante? ¿Cuántas veces al día te lavas los dientes? ¿Te pasas el hilo dental? ¿Te enjuagas después de cepillarte? ¡Jack, tu amiga tiene unos dientes preciosos! Oh, pero Norte se va a enfadar, no deja que venga ningún humano... ¡Bueno, mientras estés aquí seamos amigas!
Tardé un momento en recomponerme de tantas preguntas, y conseguí formular un saludo decente.
—E- encantada de conocerte, mi nombre es Lía. Me encantaría que seamos amigas. —le di mi mejor sonrisa posible.
Me dieron dos suaves toques en el hombro, me giré para saber quién es y me encuentré con un ser de baja estatura, que estaba flotando, llevaba lo que parecía una túnica enrollada a su cuerpo de arena dorada, de lo que también estaba hecho su desordenado cabello. Parece muy amigable. Él empezó a dibujar símbolos raros sobre su cabeza con esa arena mágica, pero no logré entenderlos.
—Dice que se llama Sandman, pero que puedes llamarle Sandy —me tradujo Jack— No es muy hablador.
Yo me acerqué a Sandman y sin resistirme le di un gran abrazo.
—¡Ay, Sandy, eres la cosa más apachurrable que he visto en mi vida! —señoras y señores, ahí apareció de nuevo mi actitud infantil. Me encantaba abrazar cosas. De hecho, tenía un par de muñecos que conservaba desde que tengo memoria, y los abrazaba en cualquier situación.
Él me devuelve el abrazo, contento por recibir tal atención.
Pero le suelto al ver que un agujero se ha abierto de la nada cerca mío, causando que casi me cayera. De él sale un... ¿conejo? Pero enorme, más alto que yo, de una complexión firme y de un pelaje azulado. Sep, un conejo azul con esteroides con un boomerang atado a la espalda. Muy alentador y nada imponente, qué va.
—¡Eh! ¿Quién es esta humana y qué está haciendo aquí, sesos de témpano?
—¡Oye, canguro, no me llames así! —Jack protestó enfadado, y me miró— ¿Y tú por qué te ríes?
Me había echado a reír después de que el conejo le llamara así, me hizo mucha gracia.
—¿Sesos de témpano? Esa es buena, no se me habría ocurrido —digo y sigo riendo. Jack me mira mal pero el conejo parece divertido.
—Me caes bien, pero no deberías estar aquí —insiste la liebre o lo que sea, dirigiéndose a mí.
—Bueno, Jack se decidió a pasar el rato molestándome, y yo le obligué a que me trajera. Por cierto, me llamo Lía.
—Yo soy Conejo. Me encargo de llevar la Pascua a los niños. Pero en serio, Jack, Norte se va a enfadar, y lo sabes. Nunca haces caso.
—No es mi culpa, ella se puso como una niña pequeña —se escusó, dándome una sonrisa de niño travieso.
—¡Hey- —intenté protestas, pero antes de que pudiera hacerlo, una voz potente y con acento al parecer ruso se escuchó.
—Guardianes, gracias por reuniros, el tema que tenemos que tratar hoy es de gran- un momento, ¿Qué haces tú aquí, niña?
Se acercó para verme mejor. Era un hombre robusto, con una camisa roja que dejaba ver sus brazos tatuados con las palabras Naughty (Travieso) y Nice (Bueno). Llevaba unos pantalones azul oscuro subidos y sujetados por una faja. Tenía una larga barba blanca, como siempre se le ha retratado a Papá Noel. Yo estaba que no podía creérmelo.
—Eh-ehm... Bueno, yo... —junté mis dedos, visiblemente nerviosa—Quería conoceros... Así que le pedí a Jack que me trajera aquí, no es su culpa. ¿Hice... hice algo mal?
Volvía a actuar y poner ojitos como una niña pequeña. Últimamente me costaba mantener mi actitud seria y madura de siempre. Pero eso pareció ser de ayuda, porque a Norte se le borró cualquier atisbo de enfado de su expresión.
—Oh, no pequeña, es solo que no es usual traer aquí a humanos, y mucho menos a alguien de tu edad. ¿Cuántos años tienes?
—Tengo dieciséis—respondí obediente, no quería enfadarle por si acaso.
—No es normal que alguien de tu edad siga creyendo en nosotros.
—Bueno, la verdad es que dejé de creer hace algún tiempo, pero gracias a Jack volví a hacerlo.
—Eso es cierto —dice Jack, orgulloso de sí mismo— Además, dice que quiere ayudarnos, Norte. Piénsalo.
—Mmm... La verdad es que un enlace más directo con los niños nos vendría bien. Sí, puedes quedarte.
—¡Bien! —exclamamos Jack y yo al unísono, y chocamos los cinco, como si fuéramos unos cómplices que habían conseguido su objetivo. Aunque en un principio no tuviéramos planeado eso.
¡Hola!
Agradecimientos mbmrtzl por votar y a Noe-chan por apoyarme. Gracias a aquellos que leen esta historia, su apoyo también cuenta.
Posiblemente la semana que viene suba dos capítuos, no tengo tanto trabajo.
Por cierto, esto no tiene nada que ver con la historia, pero... ¿Conocéis Undertale? ¡A mí me encanta! En serio, tenéis que jugarlo. Aunque está en inglés, de momento, porque un grupo de personas se están esforzando para traducirlo el español, tanto castellano como latino. En serio, ese juego está flipantemente bien, a pesar de sus gráficos de sprites. Lo recomiendo muchísismo.
Se despide, Cynder.
ESTÁS LEYENDO
Vuelve a creer [Jack Frost]
FanficLía, una joven de 16 años, hace mucho que dejó de creer en sus sueños de la infancia. Pero gracias a su hermana pequeña Lilly, y a cierto espíritu del invierno, ella volverá a ver a Santa Claus, al Conejo de Pascua, al Hada de los Dientes e incluso...