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-¿Me estás escuchando?

Es lo que oigo decir a Bárbara desde hace rato.

-Lo siento, no estaba tomando atención.

-¿Qué te pasa?

-Nada, bueno, si me pasa algo.

-¿Cuando me piensas contar? Siempre me dices "ya te contaré" y nunca lo haces.

-Es que no sé como empezar.

-Sólo hazlo, quizás te pueda ayudar en algo.

-Está bien, pero compremos un helado y nos sentamos en algún lugar.

Nos sentamos en un parque que no estaba tan lejos del colegio, era un lindo día, tal vez un buen día para desahogarme con mi amiga.

-¿Y qué pasa entonces?

-¿Recuerdas a Fernanda, la chica que estuvo en nuestra clase?

-Si, la recuerdo, a veces se juntaba con nosotras pero no tan amenudo, ¿por qué?

-Bueno... digamos que tuve algo con ella.

Al decir eso veo como los ojos de mi amiga se ponen como platos.

-¿En serio? ¿cómo pasó?

-Fue hace unos 5 meses, el día en que ella llegó al colegio. Al verla, no sé, se me disparó el corazón. Era tan linda, pero me daba miedo hablarle o hasta mirarla, sentía como se enrojecía mis pómulos con sólo pensar en poder tener una conversación con ella.

Pasó una semana en que no fui a clases porque me enfermé, y cuando llegué noté que la cambiaron de sala, a nuestra sala.

Y para mi mala suerte o buena, la sentaron atrás mío.

-Si recuerdo todo eso Vania, pero ¿cómo empezó?

-Para allá voy, tranquila.

-Está bien.

-Como decía, podía escuchar su voz, era tan dulce, cómo un ángel. Sentía en mi interior,que debía hablarle, pero no sabía qué me impulsaba; hasta que un día me quedé haciendo el aseo en la sala. Entonces ella apareció.

-Hola.

¿Me estaba hablando? ¿En serio?

-Ah...Este... Hola

Mierda. Mis nervios otra vez.

-Quería pedirte algo.

¿Esto es en serio?

-Ah... ¿si?

No. Ser sociable no va conmigo.

-Si, quería saber si me ayudas en matemáticas, pronto habrá una evaluación y no la quiero reprobar.

Así que una evaluación, no sé que esperaba, ¿Qué me coqueteara por arte de magia? 

-Claro, pero no sé cuando podría ser.

-Puede ser ahora después que termines, claro, si no te molesta.

Sentí mis mejillas hirviendo. Se está riendo. Lo notó. Mierda.

-Claro, no hay ningún problema. ¿Y dónde?

-En mi casa, podremos comer algo mientras me ayudes, ¿qué te parece?

Ay, esto es el paraíso.

-Claro, termino esto pronto y vamos.

Ella sonrió, ojalá lo hiciera todo el tiempo.


Sin Título.Where stories live. Discover now