Sin Título.

11.

Miraba el cielo desde mi ventana, pienso en Fernanda y en Nicole. Mujeres que han marcado una parte de mi vida, que me han querido cuando ni yo lo podía lograr.

Pero aún así, no puedo tomar una decisión, a quien elegir; quizás no es el momento para decidir pero ese instante va a llegar: tarde o temprano.

-Hija, ¿qué te ocurre?

No había notado su presencia en mi habitación, ni idea en qué momento entró.

-Nada mamá, cosas sin importancia.

Cuando la miro a los ojos estaba seria, pero al rato se sienta a mi lado y me sonríe.

-Hija, sé que no me tienes confianza del todo, pero momentos así, necesitas un apoyo.

¿Podría contarle a mi mamá sobre mis problemas amorosos?

¿Cuál es la probabilidad en que me acepte o diga que soy prácticamente una inmoral?

 Pero en momentos así, necesito consejos de ella.

-Está bien mamá, te contaré. Solo espero que al final del relato no pienses que soy una mala hija...

Me mira desconcertada, estoy nerviosa. Tengo miedo.

Le conté todo, sí, todo. fue como hablar sin pensar en las consecuencias, ni siquiera pude mirarla a los ojos, solo hablé.

Al finalizar el relato mi madre queda en silencio.

La miro no tan fijamente a los ojos, ya me imagino que en cualquier momento dice que me traslada a un internado, no sería mala idea del todo, así poder salir del problemita en que estoy de hace días y concentrarme en mis estudios, que debido a esto, lo descuidé bastante.

Y es entonces cuando habla:

-Solo te voy a pedir una cosa.

Ya siento mi cara como un tomate, pero son nervios de miedo.

-No quiero que nunca más te dejes guardados problemas sin pedirme ayuda previamente.

Y en ese momento me abraza, me pongo a llorar.

No se necesitó decir nada más, su abrazo me calmó del día alocado que tuve.

Y con eso, quizás, ya decidí.