Deja vú.

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—No, no, no —rugí—. ¡solo déjalo ya!

La risa de él se parecía mas al sonido de un trueno, y todo surgiendo de su garganta.
—No es así de fácil —era increíble como esa voz tan siseante y baja pudo emitirla la misma criatura de la risa, penetrando poros y confundiendo al mas alerta.
Y luego, el mas limpio silencio dio lugar a un crujido. Y con la voz rota y susurrante, dije:
No... como pudiste...

Estaba despierta y consciente de los ojos que me vigilaban desde la penumbra.

Reflejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora