Capítulo 1: Bienvenida a otro día, Ryder.

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Tic, toc, tic, toc, tic...
El zumbido en mis oidos me indicaba que estaba despierta.
Tic, toc, tic, toc, tic...
Y el incesante sonido del tiempo pasando.
Tic, toc, tic, toc, tic...
Apreté la almohada contra mi cabeza para no escuchar el reloj.
Después de estirar cada una de mis adoloridas extremidades, me levanté, mas cansada de lo que me había acostado ayer.
Al ver la hora no me asusté, sabía que tenía tiempo de sobra aún si solo faltaban 20 minutos para mi entrada.
Después de cambiarme y estar casi lista, lo siguiente que hice fue colocarme mis lentes de contacto.
Respira y aparenta ser normal.
—Cállate Ryder.
Fruncí el ceño.
Y así empiezan mis días, sin falta.
Llegando al colegio me coloqué mis audífonos e ignoré a todos los adolescentes bulliciosos.
Me senté en los asientos del medio de la clase, pues los de delante y atrás nunca son ignorados, algunos llaman la atención por ser algo misteriosos, otros por ser extremadamente atentos con los profesores.
Apagué la música. Habia mucho silencio a pesar de que si, había gente dentro del salón. Podía escuchar el tic, toc del reloj que se encontraba sobre el escritorio.
Encendí el reproductor de audio otra vez, pero no sirvió de nada, el seco sonido del reloj parecía grabado a fuego en mi memoria.

Suspiré.

Odiaba ese sonido.

No servia de nada gastar la batería de mi celular, asi que esta vez, deje apagado el reproductor.
Poco tiempo después, se empezó a escuchar ruido por el pasillo, y un grupo interrumpió el salón, seguidos del profesor, y después más alumnos, un poco apresurados para coger los mejores asientos de la clase, aún si pocos quedaban.
Me deslicé un poco en la silla y suspiré; Bienvenida a otro día de vida, Ryder, que lo disfrutes.

Tengo que ser la única persona que habla con ella misma en su mente, como si fuera otra.

Sip, ya lo creo.

Sonreí.

Mi mente se perdió, como siempre que la monótona voz del profesor de física se escuchaba en el salón. Y sin rumbo fijo empecé a recordar lo que había hecho ayer; ¿Por qué estoy tan cansada?

Estiré mi cuerpo, y el llamado no se hizo esperar.
—¿Esta tan interesada en mi clase, señorita... Castle?
Atiné a alzar la ceja—. ¿Cómo no estarlo, profesor... Korav?
Dirigió su mirada a otro lado del salón, y sonreí por la salvada que me había hecho una chica de la primera fila.

Fruncí el ceño; ¿Por qué puedo escuchar tan claramente el reloj?
Después de 30 minutos de escuchar el incesante reloj, la campana dio aviso de que la hora había terminado.
Mi instituto tiene casilleros, pero prefiero no utilizarlos, por la simple razón de que una pequeña clave no mantendrá a salvo mis cosas, así que después de clases, me coloco mis audífonos y me dirijo al próximo salón, en donde me quejo de mis adoloridos músculos, o aprovecho a dormir un pequeñísimo momento.
El día continuó así de monótono y aburrido, a pesar de ser una buen estudiante no pongo demasiada atención, es como si ya supiera lo que continúa a lo que acaba de explicar el profesor.
Cuando llego del infierno, me doy una ducha para apaciguar mis ganas de dormir, y empiezo a escribir el resumen de las clases, intentando terminar lo más rápido posible para poder comer y dormir hasta el siguiente día.
Mis horarios no son los mas rutinarios, es solo como si estuviera muy cansada como para cumplir con más que lo básico.
No tengo a quien responderle por mis fallas. Fui dada en adopción cuando era solo un bebé, y mis padres adoptivos conocían a mis padres biológicos. Por el extraño color de mis ojos, pensaron que yo era una abominación, al ser fanáticos religiosos, me fue fácil creerlo.
Mis padres adoptivos murieron, no fue mas que un golpe seco y luego, no sintieron nada; o eso me explicaron.
Desde los 13 vivo sola, una persona que me supervisa, de parte del gobierno, me traía lo que necesitaba y cosas por el estilo. Desde que tengo 17 yo lo hago sola. Y aun con 19 años, siendo mantenida por el gobierno —dado que me tomé un año después de la muerte de mis padres— estudio, hago mis cosas y duermo, para mantener los gastos en mínimo y ahorrar, y para intentar que el cansancio de mis músculos cese o se me olvide por un rato.

Reflejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora