Caos.

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Corre, vamos, corre.

Resoplo por lo que parece, la cuarta vez y acelero el movimiento de mis pies, no veo hacia donde corro, solo sé que esto tendra un fin, o simplemente chocaré contra algo y me dejaré el hematoma del año dada la velocidad en la que me muevo.
—¡Joder! —grité sin aliento, esquivando por poco la roca que se interpuso en mi camino.

Como odio esto.

Pasé de poder vislumbrar 4 metros a mi alrededor a quedar cegada por la blancura absoluta del lugar.
Me detuve abruptamente, adoptando una posición que, según mi conocimiento en estos asuntos, era de defensa.
—¿Ahora qué? —dije con la respiración agitada.
Ahora volverás a donde te sacaron, como todas las veces que te traen y terminas una simulación con éxito, 4379 —dijo una voz, llenando todo lo vacio en la habitación.
Automáticamente una sonrisa arrogante estiró mis labios. Empecé a caminar hasta el único objeto que podía distinguirse; la puerta.
Como si la persona emitiendo la voz estuviese tras de mi, al llegar a la puerta miré sobre mi hombro y dije:

—Mi nombre, es Ryder.

Reflejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora