Esta mañana Jimin llamó otra vez. El teléfono no ha dejado de sonar pero nunca contesto, simplemente no quiero escuchar su voz preocupada al otro lado de la línea. Sé que está preocupado y sé que siente pena por mí, pero no lo entiende y tampoco quiero que lo haga.
Últimamente he soñado mucho contigo. Ahora suelo dormir más porque tú siempre estás ahí en mis sueños sonriéndome, como si no te hubieras ido, como si no te hubiera herido y como si fuera real.
La noche anterior soñé que cocinabas el almuerzo y yo estaba detrás de ti molestándote porque solía gustarme ver cómo te enojabas y hacías esos tiernos pucheros, luego te pedía perdón y te besaba hasta que tu sonreías.
Y la noche anterior a esa, soñé que me despertabas con besos por todo mi rostro mientras sonreías.
Y así podría contarte cada sueño porque los recuerdo muy bien, porque en ellos estás tú y es la única forma de tenerte y mantenerme vivo, pero luego es doloroso despertar y ver que no estás aquí, que todo fue falso y que en verdad ya no volverás jamás.
La última vez que decidí contestar el teléfono, Jimin dijo estás durmiendo mucho.
Antes era un estás durmiendo poco.
Siempre será de esa manera, haga lo que haga, siempre estaré mal para él y no entiendo porque se preocupa, él debería disfrutar de su felicidad con Yoongi y dejar de preocuparse por mí. A veces siento celos porque ellos pudieron ser felices a pesar de todo y yo estoy aquí soportando el dolor por haberte dañado.
Jimin debe sentirse triste por no ser capaz de ayudarme y yo me siento culpable, estoy hiriéndolo al igual que a ti por eso trato de mentir diciendo que estoy bien. No quiero su ayuda. No quiero su pena. Quiero que sea egoísta y que se olvide de que estoy sufriendo porque él no merece cargar con mi pena.
Solo sirvo para esto...para dañar.
Esta noche no tengo hambre, y es irónico porque no recuerdo la última vez que comí, extraño tus comidas o como a veces solías quejarte por tener que prepararlas. Extraño todo de ti, hasta el más pequeño y minúsculo detalle.
Como la forma en la que solías fruncir tu ceño de manera adorable cuando no entendías algo, o la manera en la que te ponías tímido cuando te besaba, como solía gustarte tocar cada cosa que llamaba tu atención, cada mueca, cada gesto, tu voz, tus labios, simplemente todo de ti me hace falta.
Y aunque te extraño, esta noche me voy a dormir feliz porque por fin podré estar contigo. Me recuesto en la cama y como todas las noches, dejó tu espacio. Mi mano toca las frías sabanas que solían abrazarte las noches en las que no estuve y ruego al cielo porque vuelvas y te recuestes junto a mí, qué pueda besarte antes de dormir y que a la mañana siguiente estés sonriéndome mientras los rayos de sol golpean en tu cara. Recuerdo como solía pensar que esa era la imagen más hermosa que podría presenciar todos los días, y me hacía feliz.
Tu rostro y tu tacto, tus labios sobre los míos y el golpeteo tranquilo de tu corazón por las noches, con esos recuerdos, mis pensamientos se vuelven incoherentes y de pronto de golpe caigo profundamente dormido.
Pero esta noche el sueño no me gusta.
Estamos en el auto, ambos molestos y levantamos la voz. No soy capaz de dejar de gritarte aunque no quiero hacerlo. En algún momento gritas mi nombre con desesperación y apuntas al frente, querías advertirme de algo, pero ya es demasiado tarde y nos estrellamos, cuando vuelvo a abrir los ojos estoy de pie frente al auto que se está quemando mientras tú sigues en el. Quiero ir y salvarte, pero soy incapaz de moverme, estoy estático y tú no dejas mi mirada, no pareces querer hacer nada por salir de ahí, simplemente estás ahí, quieto, tranquilo, indiferente, estás dejando que el fuego te consuma y estas mirándome no hacer nada. Tus ojos muestran dolor pero no te mueves.
Y me duele comprender que eso era lo que tratabas de hacerme ver, que estabas soportando el dolor y yo nunca hice nada pero que aun así lo hacías porque querías estar conmigo.
Cierro los ojos porque no quiero verte de esa manera, me doy la vuelta y las piernas me están temblando pero aún así escapo lejos de ahí.
Cuando despierto una sensación de agobio se instala en mi pecho y siento la asfixia apoderándose de mis sentidos. Las lágrimas caen por sí solas y ya no soy capaz de soportarlo.