Esta vez yo no estoy en el sueño. Solo estás tú. Aunque parece más un recuerdo, esto me es tan familiar que logra ser espeluznante, este ambiente se siente como vivir la misma historia de terror de nuevo.
Estás ahí, en la bañera. El agua fría logra que tu cuerpo desnudó se estremezca mientras sollozas. Coges el teléfono y después de presionar la pantalla lo llevas a tu oído y lloras desesperadamente porque nadie contestó. Dejas caer el teléfono porque decidiste rendirte y no esperar nada más. La pantalla de este se rompe apenas choca contra la cerámica y ahí, entre las trizaduras, distingo mi nombre. Recuerdo ese día perfectamente y sé que mire la pantalla del celular y lo bloquee esperando a que a la llamada se cortara, siempre solía hacerlo cuando llamabas.
Las lágrimas caen por tus mejillas y te aferras a ti mismo, buscando el abrigo y el consuelo que yo no pude darte.
No llores, todo estará bien.
Me desespera el escucharte llorar y saber que es por mi culpa.
Me congelo y la desesperación se mete en cada parte de mi cuerpo cuando del pequeño estante junto a la tina sacas una rasuradora, recuerdo como solías sentarte en el mueble mientras yo me ponía entre tus piernas y tú me afeitabas mientras reías porque te parecía gracioso como me veía con crema en la cara.
Pero ahora no la tomas para eso.
Detente.
Pasas la navaja sobre tus brazos y sangre comienza a salir de estos.
No, por favor.
Ibas a advertirme, pero yo no contesté la llamada.
Quiero despertar porque sé que es una pesadilla, pero no soy capaz. Estoy atrapado y el peor castigo es ver cómo te haces daño hasta matarte por mi culpa.
Quiero salir de aquí.
Pero no puedo despertar.
El agua toma un color rojizo y veo como cierras tus ojos lentamente mientras te dejas caer hasta hundirte por completo en el agua.
Debí haber llegado antes.
No te vayas. No me dejes.
No puedes irte porque quedare vacío, porque te necesito aquí conmigo para completarme.
Pero te desvaneces.
¿Estás dormido? No te duermas en la bañera, te vas a resfriar y tendremos que ir al doctor.
Escucho tu nombre a lo lejos en gritos desesperados. Esos gritos me vuelven loco, me hacen daño. Por la puerta entra alguien, que al verte ahí comienza a gritar patéticamente que no lo dejes. Se aferra a ti desesperadamente pero es inútil porque ya has dejado de respirar.
Perdóname por no llegar a tiempo.
Los gritos son desgarradores y estúpidamente trate de limpiar la sangre. Trate de detener la hemorragia en tus brazos porque seguía pensando que abrirías los ojos y me besarías y dirías que todo iba a estar bien, que solo fue un sueño y que estaremos bien.
Me estoy mintiendo a mí mismo.
Taehyung, lo siento porque no pude salvarte.