Capítulo 13.

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Mabel

  Luego de Ford nos reuniera en la cocina y nos obligara a sentarnos, abrió la boca para hablar justo antes de que Stan se adelantara.

—Esto es una reunión familiar —habló gruñón, con la vista puesta en Bill.

—Tú mismo habías dicho que soy de la familia —dijo desinteresado, mostrándole al tío Stanley su mejor sonrisa burlona.

—Mentí —masculló apretando los puños sobre la mesa.

—Eso es ser malvado —sonrió ampliamente el rubio, colocando ambos antebrazos sobre la mesa.

  Ambos se miraban fijamente, como si le estuvieran diciendo silenciosamente al otro que cerrara la boca.

—Mira quién lo dice —dijo Stan con una mirada fulminante.

—Touché —rió levemente Bill, apoyando su espalda en la silla mientras observaba al anciano despreocupado.

—Ya, dejen de pelear —Ford pasó su palma por su rostro—. Stan y yo hemos decidido poner algunas reglas para la seguridad de todos.

—¡Buuh! —abucheamos Dipper y yo, con el pulgar hacia abajo.

—La primera: Bill tiene prohibido el ingreso al ático y a mi laboratorio —elevó un pulgar, ignorando la queja del rubio.

—La segunda: —interrumpió Stan, fulminando al demonio con la mirada— nadie tocará, se acercará, ni besará a Bill.

—¿Por qué alguien lo besaría? —preguntó confundido el tío Ford, sonriendo con extrañeza.

  Noté de inmediato que Dipper se había tensado ante la pregunta del anciano. Sin duda, esto me dejaría algo con qué molestarlo por el resto del verano.

  Recordé la regla de Stan, y fruncí el ceño dispuesta a reclamar algo.

—¿No podemos siquiera acercarnos? —pregunté, antes de ablandar el entrecejo para sonreír con burla— ¿No podemos tocarlo? Qué pena —dije socarronamente.

  Extendí mi brazo hacia el rostro de Bill, tocando y jugando con su mejilla con inocencia, sin quitar mi mirada de Stan.

  Bill sólo rió.

—Mabel —suspiró Ford—. Por favor, tómate en serio nuestras reglas.

—Sí, Mabel —se burló Bill, tomando mi mano para apartarla de su rostro, conservando su sonrisa juguetona—. Tómate en serio sus reglas.

  Reí junto a Dipper, causando que Stan se pusiera rojo de la ira. ¿Por qué de la nada había empezado a desconfiar de Bill?

—¿Por qué odias a Bill? —fingí inocencia— ¿Qué te ha hecho?

—¿En serio lo preguntas? —Stan me miró con rabia— Oh, Mabel —ladeó la cabeza hacia los lados un par de veces, con una falsa sonrisa— si quieres puedo iluminarte, ¿quieres?

  Supe a lo que se refería. Iba a contar todos los intentos de Bill por destruirnos, y yo no permitiría que el rubio lo oyera.

—No, gracias —negué rápidamente con la expresión seria.

—Bueno —empezó a hablar Bill, alargando la "e" mientras se ponía de pie—, si ya terminaron con sus reglas que obviamente no seguiré, me retiro.

  Se volteó para salir de la cocina a quién sabe dónde, no sin antes sonreírme con diversión y darme una última mirada.

Dipper

  Bill se retiró ignorando completamente los reclamos de Stan para que volviera a sentarse y seguir oyendo sus reglas.

—Te lo dije, Stanley —habló divertido Ford—. Él jamás obedecerá una regla, y menos una creada por ti.

—Pues tiene qué —se cruzó de brazos—. Haré lo imposible para que las cumpla al pie de la letra.

—¿Por qué mejor no dejas a Bill en paz? —propuso Mabel, mientras buscaba algo en la nevera.

—¿Por qué diablos lo defiendes tanto? —se molestó Stanley.

—Wow wow, vamos a calmarnos —mostré ambas palmas para que dejaran de discutir.

  Stan dirigió su mirada hacia mi con una cara de pocos amigos, mientras se ponía de pie y se cruzaba de brazos.

—Stanford —se volteó hacia él, notando que estaba bebiendo una Pitt Cola con Mabel—. Quiero que te acerques a Bill y le saques toda la información que puedas.

—Si, papá —giró los ojos.

—Y tú —me señaló—. Mantente alejado de Cipher.

—¿Por qué? —fruncí levemente el ceño.

—Porque yo lo digo.

  Todos, excepto Stanley, bufamos y nos retiramos de la cocina antes de que el anciano empezara de nuevo con sus absurdas reglas.

Conociéndome a mí mismo ||BillDip||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora