Capítulo 28.

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Dipper

  Habían pasado algunos días desde que el tío Ford "aceptó" mi relación con Bill; las reglas de Stan se retiraron por completo, pero aún así Bill no me hablaba demasiado, estuviéramos solos o no.

  Mi humor estaba bastante pesado, no quería hablar con nadie que no fueran Mabel o Bill, e intentaba en varias ocasiones acercarme a Bill. Él, en cambio, aprovechaba cada oportunidad para alejarse.

—Es obvio que está enojado —giré los ojos, desplomándome de espaldas en mi cama, oyendo las risillas de Mabel—. Deja ya el móvil y hazme caso a mí —hice un puchero.

  Mabel levantó la vista de sus manos y la posó en mí, mientras sonreía pícara desde su cama.

—¿Te hace falta los cariñitos de Bill? —rió— Deberías aprovechar, él está durmiendo, igual que los viejitos.

—¿Aprovechar para qué? —tapé mi rostro con mis palmas.

—¡Para reconciliarte con él! —gritó en voz baja, al mismo tiempo que me arrojaba una almohada.

—Hoy trabajó muy duro... no quiero despertarlo —murmuré, sentándome y colocando mis manos en mis rodillas.

—Oh, vamos, créeme que luego agradecerás haberlo hecho.

  Miré hacia el suelo, pensando en sus palabras. Quizás tenía razón, quizá sólo debíamos hablar y se solucionaría. Sonreí y me puse de pie decidido a arreglar mi afinidad con Bill.

  Mabel rió levemente al verme salir en silencio de la habitación, intentando no despertar a Stan ni a Ford.

  La puerta del cuarto de Bill estaba semi abierta, por lo que no fue problema ingresar a su alcoba.

—Wow —reí enternecido.

  Bill dormía abrazado a su almohada y el rostro recargado sobre ella; sólo llevaba unos bóxers negros, por lo que su torso y piernas estaban al descubierto, sin mencionar que las casi transparentes sábanas sólo le cubría hasta el abdomen.

  Me acerqué cauteloso y me senté al borde de su cama, mientras admiraba la serena expresión que Bill tenía al dormir. Sonreí y acaricié su cabello, recibiendo unos balbuceos sin sentido por parte del rubio.

—Bill —susurré cerca de su oreja, y con mi mano lo sacudía suavemente—. Bill, despierta.

—¿Mhm... Pino? —se giró y me miró algo confundido y adormilado— ¿Qué pasa? —bostezó y se sentó.

  Se frotó los ojos y me miró. Me quedé sin habla, su mirada me había erizado la piel y el nudo en mi garganta no ayudaba demasiado.

—Bill, ¿sigues molesto? —murmuré realmente apenado.

—¿Qué te hace pensar que estoy molesto? —frunció el ceño.

—No me hablas, no te me acercas, ni siquiera me abrazas —enumeré con mis dedos.

  Me quedé tieso cuando sentí los brazos de Bill rodeando mi cintura, y su relajada respiración en mi cuello.

—Te estoy abrazando, ¿sigues creyendo que estoy molesto? —murmuró sin soltarme.

—Bill —lo tomé de los hombros y lo alejé suavemente—. Hablo en serio.

  Él suspiró.

—¿Te dolió lo que pasó el otro día? —pregunté con suavidad, intentando que me dijera la verdad.

—Si te soy sincero, bastante —rascó su nuca—. Pero... de alguna manera, creo que lo comprendo.

—No comprendes nada —fruncí el ceno—. No quiero que creas que me avergüenza estar contigo, porque eso no es cierto.

  Bill formó un puchero con sus labios mientras dirigía su mirada a mi mano izquierda, para luego empezar a jugar con ella. Estaba aburrido, hacía eso cada vez que lo estaba.

—Bill, te amo.

  Él levantó la vista enseguida, posándola en mis ojos, y pude notar cómo una enorme y tierna sonrisa aparecía en su rostro, seguida de un par de risillas y un pequeño sonrojo en sus mejillas.

—Yo también te amo, Pino —sonrió y acarició mi cabello.

  Posé mi mano derecha en su nuca, y lo atraje suavemente hasta mí al mismo tiempo que me acercaba a él, y junté nuestros labios.

  Él correspondió al beso colocando sus manos en mi cintura y ubicándome en su regazo, con mis piernas a cada lado de su cuerpo. Yo rodeé su cuello con mi brazo derecho, mientras posaba mi mano izquierda en su pecho descubierto y hacía pequeños círculos con mi dedo índice.

  El beso empezó a ser cada vez más excitante, y el hecho de que en algún momento Bill se había ubicado encima de mí no ayudaba en nada.

  Solté un par de suspiros involuntarios cuando sentí los cálidos labios de Bill en mi cuello, y mordí mi labio inferior al sentir sus chupetones. [(?)]

—No es justo que sólo yo esté en ropa interior, ¿no, Pino? —susurró lascivamente en mi oído, justo antes de quitarme la camiseta, con mi ayuda, claro.

  Cuando me di cuenta, mis pantalones, mis calcetines y mis zapatos estaban regados por el piso del cuarto, y me daba escalofríos que mi piel tocara la de Bill.

  Siguió con los besos húmedos por toda mi clavícula, mientras sus manos bajaban lentamente hasta mi ropa interior, que pronto se unió a mis demás prendas en el piso.

  Sentí mi rostro arder completamente, estaba desnudo frente a Bill, y él no paraba de observarme de forma pícara y su típica sonrisa lasciva.

—N-no me mires así —murmuré apenado.

  Bill rió levemente y me dio un rápido beso en los labios.

—Eres hermoso, ¿cómo quieres que no te mire? —sonrió.

Conociéndome a mí mismo ||BillDip||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora