Carta veintiocho

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Querida ex compañera:

No olvido ese día, la única clase en que el profesor se retraso...

La recepcionista, Patricia, entró al salon con su mejor cara de amargada, mirando de arriba abajo a los estudiantes parados junto a la puerta con bolsos en mano, y, ubicándose en el centro, intento llamar la atención aclarándose la garganta, cosa que no funciono.

Luego de pensárselo un segundo, tomo el marcador y lo golpeo repetidamente contra el escritorio del titular. Obtuvo la atención. Dijo lo que ya sabíamos, y salió con sus ruidosos tacos.

<<Lindo día para elegir el transporte público>> pensé.

Eran las 9.15 am, y estaba sentado a tu lado.

No tenía planeado aburrirme, e imagino que mantenernos en silencio hubiera sido incomodo. Es decir, alguna vez, anteriormente nos habíamos saludado, e incluso cambiado alguna pregunta frecuente similar a; '¿cómo estas?, ¿todo bien?, ¿sabes si había que leer apuntes?'

Por eso en cuanto miraste de reojo a mi lugar, me anime a hablarte. -¿Qué mal podía hacernos, no?-.

Te pregunte sobre las materias que cursabas, que profesores odiabas, y porque elegiste ser martillera pública en vez de otra cosa.

La respuesta a lo último no solo hizo mi corazón oprimirse, sino que también sentí algo de vergüenza.

No por vos, no pienses eso. La historia detrás de tu razón, es por demás bonita. Pero en cuanto a mi, yo, no se... No se bien porque la elegí si no la quería.

Aunque a veces creo saberlo, y eso solo me es aún peor...

Querida ex compañera #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora