Carta diecisiete

276 47 9
                                    

Querida ex compañera

Verte en clase era, una de las pocas cosas que pese a gustarme, me ponían incomodo. Quizás porque siempre sonreías y yo, no soy exactamente divertido. Imaginaba que no podría hacerte sonreír así nunca, por mucho que lo intentara. (¡Ni comiéndome un maldito payaso tampoco! Jajaja)

Pero... los sueños son otra cosa.
Ahí puedo ser perfecto.
-Hasta yo, puedo serlo. -
y por eso, ahora que decís que soñaste conmigo, puedo confesar haberlo hecho, yo también, una vez.

El día que me entregaste las cartas.
La irracionalidad surgió a borbotones en cuestión de segundos.
Seguíamos siendo vos y yo, pero el lugar que debería haber sido una confitería, era una licorería.
Yo apestaba a alcohol. Vos olías a flores. ¿Lirios, quizás?
Escribías en tu cuaderno una carta para mí. No me veías ni me hablabas, pero sabía exactamente en lo que pensabas, porque susurrabas mi nombre completo. No sé si realmente sepas o no mis apellidos, pero me gusto escucharte decirlos.

No sé cómo, ni porque, de un segundo a otro estábamos en mi departamento. Y me decías que yo te gustaba.
Tus ojos brillaban demasiado. Reprimiendo el llanto.
Verte así me comprimió el corazón. Y te abrase. Un abrazo que fue eterno.
Hundiste tu cara en mi cuello y dejaste libre, al fin, tus sentimientos.
Quería besarte. Iba a hacerlo.
Y luego desperté.
Todavía sentía el roce de tu piel con la mía. Parecía tan real, que de ser posible, me hubiera gustado conservarla un rato más...

Aún no caigo en que por un segundo, realmente, me confundí


Querida ex compañera #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora