Parte 5: Las apariencias engañan

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¿Sabes cómo se siente llorar toda la noche, despertar con los ojos hinchados, pero aún así tener que lucir perfecta al otro día? Pues es lo intenté hacer por más de 3 meses, aun que a veces no me resultaba muy bien. Recuerdo haber despertado cada mañana con ganas de ahorcarme para no tener que ir al liceo, sentarme en el piso de la ducha y quedarme abrasando mis piernas un buen rato, pensando en todo lo que tenía que pensar, vestirme y... entonces venía lo más importante: maquillarme.

Nunca me gustó maquillarme mucho, es decir, si me gustaba delinearme y a lo más encrespar mis pestañas, pero eso no era suficiente, pasé de demorar dos minutos con un lápiz frente al espejo a 15 o más con un cosmetiquero entero. Ya no solo usaba delineador, si no que debía usar sombras claras para hacer ver mis parpados más parejos, usaba base para intentar tapar mis ojeras, usaba 3 tipos de rímel para hacer ver mis pestañas más largas, tratando de hacer pasar desapercibidos otros detalles. En ese entonces me enfoqué mucho en mi apariencia física, porque creía que si todo el mundo me veía bien, entonces eso me haría sentir bien. Convertí al maquillaje no solo en un disfraz para las imperfecciones faciales, si no que un disfraz de mi vida entera. Me refugié en lo que creí era una perfecta caratula, mientras que en el interior se desataba el mismo infierno. Nadie se dio cuenta de un cambio porque me encargué de hacer de mi depresión la mejor actuación de mi vida, mis padres no lo supieron, mis amigos no lo supieron, nadie lo supo por un buen tiempo hasta que comencé a fallar en algunas cosas.

Un día iba en el bus de camino al liceo cuando comencé a escuchar una canción triste, no sé si fue el hecho de que sabía lo que significaba la letra para mí, o el hecho de que la noche anterior había estado viendo fotos de mí cuando pequeña, pero quise llorar, y no lo hice. Cuando bajé me fui directamente al salón y a mi puesto, allí una amiga mi miró fijamente y me preguntó qué pasaba, le dije que nada, pero eso no la detuvo de seguir preguntando todo el día, y unos cuantos días después.

Aparte de ella no recuerdo a nadie preguntando cómo estaba realmente por que le importaba. Y eso me lleva a otro punto: las hipócritas preguntas frecuentes.

-¿Cómo estás? (Siempre la misma pregunta)

-Bien, gracias. (Siempre la misma mentira)

La gente tiene el maldito hábito de preguntar siempre lo mismo, cuando en realidad no les importa. Esa es la razón por la que yo nunca pregunto esto a menos que de verdad quiera saber, o esté preocupada por alguien. Una vez mi mamá me dijo que se debía preguntar eso al menos por educación, y yo le respondí <<¿Por educación o por mantener una apariencia?>> Muchas veces estuve tentada a responder esa pregunta con un << No seas hipócrita, a ti no te interesa cómo estoy>> pero nunca me atreví por el qué dirán de la gente, no por el que dirán de mi, eso me dejó de importar hace bastante tiempo, si no por el qué dirán de mi familia, "a esa niña no la educaron", "¿Quiénes serán sus padres?", "¿Será así con todos?", "Deberían enseñarle cómo tratar a la gente", porque ese es uno de los problemas de la sociedad actual, no te miran solo a ti, si no que generalizan en todo lo que te rodea. Si cometes un error, no es tu culpa, es culpa de tu formación, de los valores que no te enseñaron, de las personas que no supieron educarte. Si cambias tu forma de ser, no es que tu quieras cambiar, es porque tus amigos te obligan, ellos son malas influencias... pero ¿Qué hay a cerca de lo que tu decidiste? ¿Qué hay a cerca de lo que elegiste para cambiar? ¿Cuál fue tu verdadero motivo? A nadie le importa eso... vivimos en un mundo que no busca causa, si no culpables. Nos hacen creer que podemos ser quienes queramos ser, pero a la vez pasamos la vida fallando en pruebas que demuestran "nuestra capacidad intelectual" y de esta forma nos descartan de carreras, y postulamos a las opciones restantes. Nos meten a todo en un mismo saco, aun que no seamos iguales. Nos tratan como objetos de estudio, maquinas hechas para seguir órdenes. Nos dicen que somos libres de soñar, pero a la vez se encargan de limitar nuestros sueños. Y ese es el maquillaje de la sociedad. 


Confesiones de una depresivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora