Capítulo I: La servilleta.

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Nicolás no era cualquier hueón que tú te toparas en la calle, él destacaba entre la gente con su forma tan especial de caminar, su forma de mirar distraídamente al vacío, su forma de suspirar, su forma de pestañar, la forma de como su cabello corto se movía al viento y hacía que en ocasiones su flequillo le molestara y se lo tirara para atrás de una manera que cualquiera se lo quedaría mirando, su forma de ser, todo lo que mis ojos ven es él. Creo que estoy flechado, enamorado, de la manera que ustedes busquen llamarle. Pero es que Nicolás es tan-

— ¡Espabila po conchetumare!

Tan pesao el vejestorio de mierda.

— ¿Qué hueá querí fosil culiao? — Me saca de quicio tan fácilmente que me dan ganas de... de todo.

— Terminó la clase y todos se fueron hueón — Me dijo poniendo los ojos en blanco, luego se me acerco — ¿Querí que hagamo' una cochina? — dijo susurrando en mi oído

Me encantaría — Desagradable culiao — Pero para pasarla piola tuve que decirle eso y alejarme violentamente de él.

Me da miedo que me rechace si le digo lo que siento. No me aterra que me diga "No, lo siento, pero no siento lo mismo" . Lo que me da miedo en realidad y me destruye por dentro es que ya no me quiera hablar o peor... Que no me quiera ver en su puta vida.
Agarré mis cosas y caminamos a fuera del salón. Estaba el Edgar pasándose las manos por los ojos, como siempre tenía LAS ojeras. Nos estaba esperando algo apurado.

— Hueón, me tengo que ir al tiro — dijo sacando su billetera creo que revisando si tenía plata para irse — La Juancha se quedó sin comida.

— ¡Siempre la Juancha cagándola; cuando grabamos juega con los cables, cuando carreteamos en tu casa a la hueona se pone amorosa y empieza a ponerse entre los píes cuando caminamos haciéndonos tropezar! — Dijo el Nico huebiando al Edgar.

— Es que e' la Juanchita — dijo con una sonrisa en la cara mirando al suelo — Ya, me voy — Le dio un abrazo al Nico despidiéndose... Apúrense y suéltense ahora.

— Chao culiao, cuídate — Chocamos nuestras manos seguidos de un abrazo.

Luego de que se fuera nuestro amigo, nos quedamos solos. El imbécil me pega un guate y fuimos a comer unas ricas burguers.

Nicolás no es para nada fino para comer, en realidad era un chancho cualquiera. Si miras su metro cuadrado en donde come, está todo sucio. Es igual a un niño para comer. Una lechuga por ahí, un tomate par allá, un poco de bebida en la mesa. También si mirabas su cara, tenía ketchup en la nariz y mostaza en la comisura de su boca. Puta que se ve chistoso y tierno a la vez.
No pude evitar en limpiarle la cara con una servilleta antes de que le diera otra mordida.
El Nico me miro con sus ojos directamente a los míos pestañeando hartas veces algo extrañado. No pude evitar ponerme rojo y tirarle instintivamente la servilleta arrugada en la cara, y esconderme en mi bebida.

— Ay, guapetóon

Escupí toda la bebida que estaba tomando.

— Hueón no hagai esa hueá en públi- — Me devolvió la acción limpiándome la barbilla empapada con la bebida. Estaba anonadado — co...

Después de limpiarme me quedó mirando nuevamente, me agarró la cara y comenzó a acercarse lentamente. Miré a los lados si había alguien pero estaba todo totalmente vacío y los que atendían estaban concentrados contando el dinero de la caja. Estaba relativamente cerca esperando que yo hiciera algo pero estaba paralizado como hueón...
¿Será que ahora podrá pasar algo? ¿Por qué ahora?
Cuando al fin comencé a acercarme a penas un milímetro, me mira y me tira la servilleta en la cara.

Seguí tomando mi bebida con la cara roja y él no hacía nada más que reírse.

"Maricón re culiao".


Flechados [Jaidefinichon GOTH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora