Empezó la caza

292 26 7
                                    

Se escucharon tres golpes en la puerta de la oficina de Liseth.

-Adelante. - Su voz resonó en la habitación, de manera que quien estaba al otro lado de la puerta logró escucharla. Lentamente aquella madera fue empujada dejando ver a la persona que entraba en el lugar.

-Hija. - La dulce voz de la señora Victoria.

-¿Qué sucede madre? - Preguntó Liseth con su voz fría y sin sentimiento.

-Quería ver como estabas. - Sonrió su madre tomando asiento frente al gran escritorio.

-Estoy bien. - Fue la única respuesta que Victoria recibió, la única que ha recibido desde hace cinco meses.

-Cariño, soy tu madre y te conozco perfectamente. - Empezó la mujer que ahora si reflejaba su edad y quizá un poco más, el dolor y el sufrimiento de los últimos meses se habían encargado de opacar su belleza. - Creo que necesitas un descanzo de tanto trabajo. ¿Por qué no tomas unas vacaciones?

-No mamá, ¿cuántas veces debo decirtelo? - Exasperó su hija. - Estoy bien y no necesito nada, así que si no te molesta tengo mucho trabajo que realizar.

Otra vez, siempre era lo mismo. Cada vez que Victoria aconsejaba a su hija, ella respondía de esa manera, cada vez desde lo sucedido, su hija había cambiado, ya no era aquella jovencita dulce y alegre que solía acompañar a su madre al mercado, que se encargaba de que el jardín de su casa estuviera siempre colorido, ya no era ella, su hija había cambiado de manera radical. Ahora pasaba encerrada en la oficina y todo lo que hacía era trabajar y trabajar.

Liseth se había hecho cargo de la productora de vinos que había pertenecido a la familia desde siempre, ella había ocupado el lugar de su padre, ahora ella era la dueña de todo. Al principio fue difícil para ella, pero después aprendió a llevar acabo todo lo que debía hacer aunque en su interior aún latía un dolor que poco a poco la consumía y eso, solamente ella lo sabía.

Victoria la entendía, a ella también le dolió todo lo sucedido en aquella iglesia, pero la vida continúa y si te quedas estancado, ella seguirá, dejándote atrás y Victoria temía que su hija se encerrara en todo aquel sufrimiento, ella era joven y podía rehacer su vida, pero cada vez que Victoria intentaba meter esa idea en la cabeza de Liseth, ella sólo la ignoraba y prácticamente terminaba echándola del lugar donde se encontraran.

Victoria se puso en pie y caminó hasta la salida, cuando estaba apunto de abandonar la oficina, se giró para mirar a su hija.

-Sólo recuerda que te amo y que siempre estaré a tu lado, apoyándote. - Y se fue, cerrando la puerta tras ella.

Liseth dejó escapar un gran suspiro, ella lo sabía, sabía que su madre siempre iba a estar ahí, entendía y agradecía en su interior toda aquella preocupación, pero ella simplemente no podía olvidar aquel día. Estaba presente siempre y cada vez más vivo que el día anterior. Tenía pesadillas todas las noches y aquella horrible imagén se repetía una y otra vez en su cabeza: "Una apuñalada que mató a su padre y una bala que traspasó a su novio"

Aún recordaba cada palabra que aquel bastardo dijo antes de matarlos, se habían quedado grabado en su mente y por alguna razón ella sentía el impulso de averiguar qué pasó verdaderamente aquel día en la iglesia.

Otra vez, tres golpes se escucharon en la puerta.

-Adelante. - Volvió a decir.

Ésta vez no era su madre, sino Joe, su asistente, no... Joe era más que eso aunque ella lo negara, Joe se había convertido en su mano derecha, solamente él sabía que era lo que ella realmente planeaba, era el único en que Liseth confiaba, él era para ella como una amigo, su único amigo quizá.

La novia de negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora