-Kayle...- Logré decir con un hilo de voz. Me quedé petrificada en pensar en la última vez que lo vi y en cómo resultó lo nuestro y el cumplió lo que prometió. Me encontró de nuevo.
-¿Lo conoces?-Preguntó Brandom sacándome fuera de mis pensamientos.
-Tú debes ser Brandom, su hermanito menor...-Dijo Kayle con algo de ternura en su voz a pesar del momento.
-¡Mueve tú maldito trasero y entra ya!- Gritó una voz que parecía que salía de la tierra.
-¡May vamos! Confía en mí- Y me tendió su mano, no me tomó más de una milésima de segundo tomársela y nunca soltársela.
Con mi otra mano tomé la mano de Brandom que estaba algo confundido conmigo y mi comportamiento. Kayle me guió unos cuantos pasos más adelante y se agachó aún con mi mano agarrándolo y empezó a mover unas cuantas hojas, tierra y levantó una tabla de madera que tenía muchas hojas y tierra bien pegadas, luego abrió dos pequeñas puertas y adentro pude ver una pequeña luz que salía de una lámpara de querosén y un hombre con tez olivácea sacó la cabeza.
-Juro por Dios que los dejaré a todos afuera sino fuera porque oí a un niño, y Dios me libre si no ayudo a un niño.
-Muévete que seguro están cerca. Dijo Kayle y luego de un salto entró, luego ayudó a Brandom a bajar y luego a mí y empezó a acomodar la madera y las puertas y me di cuenta que era como una especie de sótano militar para ocultarse, algo de esto había oído hablar de mi profesor de Historia.
Solo la lámpara iluminaba, con la poca luz divisé un estante de madera con unos tres libros llenos de polvo y unas latas de comidas arrinconadas en distintos estantes y varios tipos de armas. En otra esquina había unas dos mantas y una almohada y dos banquitos de madera y una mochila al otro costado.
-No es muy hogareño que digamos pero con tal de compartir contigo esto se convertirá en mi nuevo...
-...hogar.- Terminé su oración, ahí estaba el Kayle empedernido que conozco.
-Sep.-Y miró al piso y sus manos en los bolsillos de sus jeans, aún con esta escaza luz él lograba verse espectacularmente genial y odiaba eso porque me recordaba a Félix y en lo mucho que me duele perder a mi primer amor.
-Enamorados paren los mimos y besuqueos que el pobre niño los ve.- Me di la vuelta y mi hermanito miraba a Kayle y a mí una y otra vez con una cara de confundido. Pobrecito, ahora debo hacer que Kayle se comporte.
Con un suspiro quebré el pequeño silencio incómodo que se había formado:
-¡Muy bien! Basta de cosas tontas y presentémonos. Mi nombre es Mayra y el de él...
-...Un momento... ¿Tú eres Mayra?- Me interrumpió el desconocido.
-Bueno... ese es mi nombre, no sé si seré ésa Mayra.
-¿Mayra Oliver?
Este desconocido me empezaba a asustar.
-¿Cómo sabes mi apellido?
-¿Cómo lo sé? Desearía no saberlo.
-¿Uhg?
Tomando asiento en uno de los banquitos de madera me contestó:
-He oído mucho de ti en menos de una hora, este muchacho que está rojo como un tomate y callado en esa esquina-Dijo señalando a Kayle- estuvo hablándome de ti y de cómo iba a recuperar a la única chica que le pareció interesante y digna de dar la vida por ella y bla, bla, bla... Realmente este chico está obsesionado contigo o no lo sé, muy enamorado... que se yó... me contó cómo tu fuiste su primer be...
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Caídos de las Galaxias
RomanceMayra Oliver es una chica de dieciséis años con un novio que la llevó al "lado malo". Ella bebe, fuma y tiene todas las características de una adolescente descarrilada que está apunto de escaparse de casa para no volver nunca más junto a Félix, su n...