-No mejor no, paso- Dijo Joel como si ya no hubiera fumado bastante.
-¿Ya no puedes más?- Dije esperando que dijese algo estúpido de tan drogado que estaba.
-¿Sabes, la vida tiene algo más importante que brindarnos más que un estúpido cigarrillo que nos vuelve locos?
-¿Y qué es?
Hubo un silencio incomodo, en dónde yo me quedé mirándolo de arriba para abajo, hasta que se empezó a reír solo y volvió a hacerse un silencio hasta que contestó.
-No me acuerdo.
-Estas muy drogado- Todos nos empezamos a reír, Joel, yo y los chicos de la otra esquina del galpón que no conocía.
-Ya es tarde, debo irme. Tengo escuela mañana.
Aunque odiara ir a escuela a prender matemáticas y filosofía no quería escuchar a mi mamá regañándome y aún eran las 2 a.m. y tenía tiempo de que mi mamá solo digiera porqué llegaba tarde y no me castigue.
-Cierto que todavía eres una pequeña niña menor de edad, que no nos encuentre la policía por que me meterán preso por drogar a una niña de doce años.
-No te hagas el sarcástico tengo catorce y sabes muy bien que la que paga las drogas soy yo. Yo me debería cuidar de un viejo de veintisiete años como tú.
-Vete con tu dinero a llorar a mamá.
-Me llevo las drogas, amor- Me levanté y alcé el paquete hasta que Joel me detuvo.
-Déjalo y vuelve. ¿Nos vemos mañana en el parque?
-Prefiero algo más privado, como el asiento trasero de tu auto.
-Te veo allí.
Y me fui, tenía un largo trecho desde mi casa en los suburbios que de seguro mi madre estaría esperándome en la silla roja esperando que pase por esa puerta.
Mientras intentaba caminar como una persona normal hasta que unos policías se pararon justo al lado mío, saqué mi celular y dentro de la fundita tenía un chicle, disimuladamente me lo metí en la boca y empecé a masticar y me hacia de mandar mensajes por mi celular.
-¿Se perdió?- me preguntó amablemente el policía.
-Mis amigos me dijeron que daban una fiesta por aquí, pero llevo horas intentando encontrar el lugar y la verdad ya ni sé si quiero ir a esa fiesta-respondí intentando que alguna que otra lágrima saliera y no abrir tanto la boca para que no pudieran sentir el olor a alcohol que tenía.
-¿Una fiesta un miércoles?-los policías estaban algo desconcertados
-Aprobamos uno exámenes que eran algo difíciles y queríamos celebrarlo pero no puedo encontrar la casa de mi amigo. La verdad estoy algo cansada- Era muy buena actriz, tenía pensado que al graduarme viajar con Joel hacia Los Ángeles, ir a Hollywood y convertirme en una actriz.
-No te preocupes, si aún quieres te podemos llevar a la casa de tu amigo- El policía abrió la puerta del móvil amablemente.
-Si no les molesta preferiría que me lleven a mi casa, estoy agotada y a decir verdad me da un poco de miedo este lugar- Puse cara triste y me subí al auto, tenía bastante miedo de que olieran el olor a alcohol.
-Dime la dirección de tu casa.
-Avenida Libertad al 300.
-Te alejaste mucho de casa, ¿verdad?- El policía dio una pequeña carcajada y esperó a que contestara. Unos 100km para ser exactos.
-Solo un poco- Sequé mi lagrima falsa.
Eran unos 100km pero ellos iban a 60km por hora. Iba a ser un largo camino para llegar a casa. Pensar que mamá me debe estar esperando para regañarme.
Antes de unas pocas calles le envié un mensaje a mi hermano menor Brandom que solo tenia 10 años, él me había ayudado millones de veces para salirme con la mía. Cuando el coche aparcó en la entrada salimos del coche yo y un policía, cuando puse las llaves en el cerrojo de la puerta ésta automáticamente se abrió y Bandom empezó su actuación:
-¡Hermana! Gracias a Dios que estas bien, nos tenias muy preocupados.
-Buenas Noches jovencito, ¿está tu mamá en casa?- preguntó el policía.
-Por su puesto que sí pero mamá se quedó dormida mientras esperábamos a Mayra pero si lo desea puedo ir a despertarla de su sueño- Bandom se dio la vuelta lentamente con la cabeza agachada y pareció que el policía se apiadó de él.
-¡No te preocupes! solo dejábamos a tu hermana y nos vamos, Buenas Noches jovencitos- hizo un gesto con su gorra y se marchó hacia el coche pero antes de subir se dio la vuelta y me dijo:
-Por favor sea más prudente la próxima vez que valla a ese barrio, ciertamente no es uno de los más seguros- y se subió al coche.
Entré rápidamente a mi casa y tiré mi abrigo en el closet pequeño que teníamos para guardar esas cosas, Bandom cerró la puerta con llave y luego las puso en el platito que estaba al lado de la puerta, en realidad era una mesa de café color negro que mamá decidió que era mejor tenerla ahí que como para asentar comida.
Bandom siempre me apoyaba pero había veces en las que se cansaba y no lo culpo por eso, como nuestros padres eran divorciados él se llevaba toda la atención, no era que yo la necesitara pero era obvio que era el nene de mamá y le caía de diez a Rick nuestro padrastro.
-¿Comiste algo?- preguntó Bandom.
-No, ciertamente tomé algo.
-Si lo sé, no sé cómo hizo el policía para no oler el alcohol y la gran cantidad de menta sin contar con el olor a humo y espero que sea de cigarrillo.
-Primero en lo primero me comentó que no tenía olfato aunque el que manejaba sí, a si que tuve que abrir las ventanillas, segundo era una clase de cigarrillo y obviamente tengo quince así que puedo beber alcohol.
-Aunque no legalmente.
Me di la vuelta le dediqué una sonrisa y subí las escaleras, mi hermano era listo y sabía lo que hacía o lo que me fumaba, a veces me daba lástima que mi hermano cuidara de mi la mayoría del tiempo. Una vez cuando mamá y Rick se fueron de viaje por un fin de semana y tenía que cuidar a Bandom me fui a una fiesta y estaba tan drogada y borracha que él manejó el auto hasta casa y me sostuvo el pelo mientras vomitaba en nuestro baño, desde entonces supe dos cosas: la primera fue que era una pésima hermana mayor y la segunda era que tenía el mejor hermano incondicional del mundo y siempre lo amaba y lo adoraba aunque era con el único con el que no me peleaba. Siempre le gritaba a mamá y la mayoría del tiempo desobedecía, la otra mitad la pasaba con Félix mi novio aunque me llevaba siete años de edad, no era mucha la diferencia pero él era más experto en la vida que yo, aunque me enseñó millones de cosas nuevas y a los quince le entregué mi virginidad, mamá todavía no lo sabe y a Brandom no le contaría algo así de privado.
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Caídos de las Galaxias
RomanceMayra Oliver es una chica de dieciséis años con un novio que la llevó al "lado malo". Ella bebe, fuma y tiene todas las características de una adolescente descarrilada que está apunto de escaparse de casa para no volver nunca más junto a Félix, su n...