Mandrágora a. rareza, especie de planta de la familia de las solanáceas, que comprende las plantas herbáceas, sin tallo, con raíces de tubérculo, en las que se pueden encontrar parecidos con figuras humanas. Las hojas están unidas en rosetón. Las m. autumnalis y officinalis son cultivadas a pequeña escala en Vicovaro, Rowan e Ymlac, casi nunca crecen silvestres. Las bayas son verdes, luego amarillentas, se comen con vinagre y pimienta, las hojas se usan crudas. La raíz de la. m., hoy día apreciada en medicina y farmacia, tenía antaño una gran importancia en determinadas creencias supersticiosas, especialmente en las de los pueblos del norte; se tallaba en ellas figuras humanas (alruniki, alraune) y se las guardaba en las casas como talismán venerado. Se las consideraba como protectoras ante las enfermedades, daban suerte en los pleitos, a las mujeres les aseguraban la fertilidad y un parto fácil. Se las vestía con trajes y durante la luna nueva se les ponía, ropa nueva. Las raíces de la m. se comenzaron a mercadear y su precio llegó a alcanzar sesenta florines. Para ello se utilizaban raíces franqueadas (vid.). Según las creencias, la raíz de la m. se usaba para encantamientos y filtros mágicos, así como venenos. Este prejuicio volvió durante la época de la persecución a las hechiceras. La acusación de uso criminal de la m. se oyó entre otros durante el proceso de Lucrecia Migo (Vid). Se supone que la legendaria Filippa Alhard (vid). usó también de la m. en calidad de veneno.
Effenberg y Talbot, Encyclopaedia Máxima Mundi, vol. IX
El Camino Viejo había cambiado algo desde que el brujo lo había recorrido por última vez. Una senda antaño igualada, cubierta de planas losas de basalto, construida por los elfos y los enanos hacía centenares de años, se había convertido en una ruina roída de agujeros. A veces, los agujeros abiertos eran tan profundos que recordaban a pequeñas canteras. La velocidad de la marcha se redujo, el carro de los enanos sorteaba con gran esfuerzo los hoyos, se atascaba una y otra vez.
Zoltan Chivay conocía las causas de la devastación de la carretera. Después de la última guerra con Nilfgaard, explicó, se acrecentó considerablemente la necesidad de materiales de construcción. Entonces los humanos recordaron que el Camino Viejo era una fuente inagotable de piedra labrada. Y puesto que la ruta, descuidada, situada en despoblado y que conducía de la nada a la nada, hacía mucho tiempo que había perdido importancia para el trasporte y servía para poco, la devastaron sin piedad y sin medida.
—Construisteis todas vuestras grandes ciudades —se quejaba el enano entre las chirriantes blasfemias del loro— sobre los cimientos nuestros y de los elfos. Para los castillos y las ciudades pequeñas pusisteis fundamentos propios, pero para las paredes seguís usando nuestras piedras. Y a esto, todo el tiempo repetís que es gracias a vosotros, los humanos, que se produce el desarrollo y el progreso.
Geralt no dijo nada.
—Pero vosotros ni siquiera sabéis devastar con cabeza —maldijo Zoltan, dirigiendo de nuevo otra acción para sacar la rueda de un agujero—. ¿Por qué no arrancáis las piedras gradualmente, empezando por los lados del camino? ¡Sois como niños! En vez de comeros consecuentemente el buñuelo, sacáis la crema que tiene dentro con un dedo y luego tiráis el resto porque ya no sabe tan bien.
Geralt le explicó que de todo era culpable la geopolítica. La parte occidental del Camino Viejo yace en Brugge, la oriental en Temería, mientras que el centro está en Sodden, por lo que cada reino devasta su parte según le parece. Como respuesta, Zoltan mencionó con terribles palabras el lugar que le podían chupar los reyes y comentó en forma harto vulgar lo que pensaba de su política, mientras que el Mariscal de Campo Duda añadió su opinión en torno a las madres de los soberanos.

ESTÁS LEYENDO
V Bautismo de fuego Geralt de Rivia
FantasyBautizmo de fuego V Libro de la saga Geralt de Rivia de Andrze Sapkowski