Capítulo 4

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Él abrió la puerta con dificultad pues me tenía a mi entre sus brazos mientras yo devoraba sus labios.

Estoy a punto de cometer un error, pero ... Soy un simple humano y los humanos cometemos errores, ¿no?

—Oh, sí. —mascullaba entre dientes mientras él besaba mi cuello.

Me cargó como pudo y me llevó hasta su habitación.

—Parecías ser un chico tímido...—susurró cerca de mi oído con una ronca voz.

—No juzgues un libro por su portada, guapo.—refuté.

No hubo más palabras de por medio. Me dejó sobre la cama mientras comenzó a desvestirme con fuerza, yo me limité a acariciar su cuerpo con mis manos por encima de su fornido cuerpo.

Quedé desnudo ante sus ojos, con unas mejillas sonrojadas y una respiración entrecortada. Sus manos me recorrieron despertando algo similar a descargas eléctricas con cada roce.

—Esto no es justo.— me coloqué encima de él, montándolo.

Sentí un duro bulto en sus pantalones, que en seguida quité. Él se quitó su camisa mientras mi mano fue a su bóxer y acariciaba su miembro por encima de su ropa interior.

Era divertido tener el control sobre él, pero los papeles se invirtieron.

El rubio estaba encima de mí, colocando su falo entre mis labios y con su mano empujando mi cabeza en dirección hacía su miembro.

No podía hablar, sólo soltar leves gemidos mientras mi boca se encargaba de satisfacerlo.

Pronto el me alejó de su endurecido miembro, como cuando a un bebé le quitan un dulce. 

Me acostó en la cama y abrió mis piernas, buscó algo de lubricante y luego los escurrió en sus dedos.

—¡Ouch! —fue lo primero que dije al sentir uno de sus dedos en mi interior.

—Ya verás que pronto te gustará —habló con una sexy y ronca voz.

Comenzó a mover su dedo dentro mío, mi cuerpo comenzó a calentarse. Aún tenía recuerdos de la noche anterior por los cuales el no preguntó.

Era de suponer que no lo haría, somos desconocidos.

—Ummm...—solté mordiendo mi labio inferior.

—Parece que ya lo estás disfrutando. — una lasciva sonrisa se formó en sus labios.

¿Es qué acaso no es obvio?

Mis manos fueron a sus hombros acercándolo a mi.

—No seré el único que lo disfrute. — acto seguido, le implante un fogoso beso.

Me senté encima de él, montándolo de nuevo. Su pene rozaba mi rosada entrada, coloqué mi mano en su miembro y lo fui introduciendo lentamente dentro de mí.

Volví a morder mi labio, soltando unos cuantos jadeos y gemidos de dolor y placer.

Era grande.

Muy grande.

—Vaya —me detuve a observar su rostro conmocionado por la nueva sensación —, parece que alguien lo está disfrutando.

Solté una pequeña risa.

Él, en cuestión de segundos, llevó sus manos a mi caderas para comenzar a moverlas en un suave y constante vaivén.

Los jadeos, gemidos y el calor aumentó.

Para mí, sólo estábamos los dos en una habitación teniendo sexo.

Buen sexo.

No habían ex-novios, ni amigas a las que dar explicaciones.

—¡Aaah! —gritó el joven de azulados ojos mientras cambiaba de posición.

Me quejé por el brusco cambio, estaba debajo de él. Mis manos y mis rodillas sobre la cama era mi único apoyo para mi cuerpo.

Sus manos seguían en mis caderas, se movía más rápido, mi interior aún no se acostumbrada del todo a  su enorme tamaño.

Mis brazos se estaban cansando, mis paredes se cerraban a su alrededor.

—¿Qué sucede? —musitó cerca de mi oído — ¿No sabes que nombre gemir?

Abrí mis ojos y traté de no jadear, pero me era imposible.

Era cierto.

No sé su nombre, ni él el mío.

—Scott. —habló de nuevo con esa sexy voz— ¿Sabes? Tengo el mismo inconveniente, quisiera saber el nombre del chico con el que estoy follando.

Hizo estocadas más profundas, tocando mi punto repetidas veces.

—¿Me podrías ayudar con eso? — simuló de la voz un educado e inocente joven.

Eso no queda con él y mucho menos en ésta situación que no es para nada «educada» o «inocente».

No podía soportar tanto placer, recorría todo mi cuerpo.

—Mi...—trataba de decir entre una agitada respiración— Mitch.

Por fin lo dije, pensé que eso sería todo, pero no fue así.

Me volteó hacía él, su boca fue a mi pezones.

Los mordía sin compasión, no le dio importancia a las marcas que ya tenía.

Hizo de las suyas con mi cuerpo, mordiendo cada parte de él.

Especialmente mi cuello sufrió sus efectos.

Una de mis piernas fue elevada a altura de su hombro, haciendo más profunda la penetración.

—Scott...—decía su nombre entre jadeos.

Se enterraba en mí, sin piedad y a una velocidad que creía que me partiría en dos.

—Mitch...—susurraba mi nombre mientras miraba cada una de mis expresiones.

Estaba llegando al clímax, mi interior iba cerrándose sobre él con más fuerza.

La mano del rubio me masturbó mientras él daba las últimas embestidas con fuerza.

Soltamos nuestros lívidos al mismo tiempo, mientras el caía rendido sobre mí y yo me dejaba llevar al mundo de los sueños en brazos de Morfeo.

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Hola :D
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~Bye~
( >w6)/

Entre tus brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora