—Deja de decir tonterías. — oculté mi rostro entre mis manos.
Scott sólo me miraba con esas azules orbes, que tanto me gustaban, mientras sonreía.
—Deberíamos volver a vernos.—dijo él, acercándose a mí.
Coloqué mis manos en su pecho, alejándolo de mí. Debía ser realista de una vez por todas.
—Esto estuvo mal.—me senté en la cama y busqué mi ropa, estaba tirada en el suelo.
—Pero tú lo disfrutaste y...—su voz no tenía mucho volumen, pero lograba escucharlo— Yo también, mucho.
—Todo fue un error, te llevaste una mala impresión de mí.
—No lo creo. — volvió a esbozar una sonrisa.
Yo ya me había vestido, estaba casi listo para irme.
—¿Me harías el favor de darme mi billetera?—le pregunté con un tono sarcástico.
—Sólo con una condición.
—¿Cuál?—me crucé de brazos algo impaciente.
—Me prometerás que nos volveremos a encontrar.
—¿Esto es en serio?— solté una risa algo burlona. Esto de seguro es una broma.
—Sí.—asintió con la cabeza.
—Dame tu número, Mitch. —fingió hablar por teléfono con su mano.
—¿Por qué debería hacerlo?
Sacó mi billetera de algún lugar escondido y jugó con ella entre sus manos.
—¿Acaso no la quieres de nuevo?
—Tch. —hice un gesto de disgusto— Está bien.
Me tendió una de sus manos con un pedazo de papel y un lapicero. Los recibí con desgano y escribí mi número de teléfono, una vez hecho esto, le devolví el papel.
Scott sonrió satisfecho.
—Atrápala.—tiró mi billetera y casi me caigo para atraparla, pero la alcancé.
—Bueno...—me volteé a mirarlo, se veía tan sexy desnudo en la cama, me abofeteé mentalmente y reaccioné— No te molestes, conozco el camino hacia la salida.
Me dirigí a la puerta, pasé por unas cuantas puertas a las que no me dediqué a observar por recordar todo lo que hicimos anoche y sentir las reacciones que mi cuerpo recibía por hacer eso.
Al salir por la puerta, me detuve. ¿Debería regresar a casa?
Pero que cosas digo, claro que debería regresar. Así podría enterrarme en mis problemas y en mi soledad con mayor facilidad.
¡Genial! Sólo logro destruirme más...
Sin darme cuenta ya estaba en un taxi, camino a casa. Esperaba algo, pero no sabía qué. Extrañaba a Kirstie, aún cuando no tuve la suficiente honestidad como para contarle las que cosas que estoy haciendo.
No creo que le guste que haga este tipo de cosas.
—Llegamos.—el taxista me sacó de mis pensamientos.
—Muchas gracias. —le di un billete y salí del auto, no me importaba recibir o no el vuelto.
Subí hasta mi departamento, entré en el y me senté en el sofá, encendí el televisor. Puse algunas caricaturas, pero no lograba concentrarme, mi mente recordaba todo.
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Entre tus brazos
FanficMitchell Grassi, un joven de voz aguda y contextura delgada, a sus 21 años ha sufrido muchas decepciones amorosas. Tratará de superar su última decepción amorosa junto con su amiga Kirstie, pero una noche sin la compañía de ella le hará cometer un t...