Capítulo 5

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-Buen día, Mitchell Coby Michael Grassi-abrí los ojos sorprendido.

-¿Cómo sabes mi nombre? -me senté en la cama soltando un quejido, tenía un dolor en la cadera.

Lo fulminé con la mirada, él también estaba sentado.

-Digamos que lo adiviné. - me mostró mi billetera, tenía mis documentos ahí.

Apreté los dientes, me sentía algo enfadado.

-¿Sabes? -espeté, dejando que mi molestia se notara en mi voz- Necesito privacidad.

Se rió.

-¿Privacidad? -dijo entre pequeñas risas a mi lado.

-No le veo la gracia.

-Yo sí.

Me levanté de la cama y caminé con algo de dificultad hasta el baño.

Me di una ducha mientras mis pensamientos comenzaron a circular por mi cabeza.

No debí hacer esto...

Mientras me estaba duchando sentí algo líquido escurriéndose por entre mis muslos.

Mierda.

Scott se había corrido dentro y su esencia estaba molestándome.

-Scott...

Sentí la necesidad de salir de la ducha y darle una bofetada.

-¿Qué?-su voz se podía escuchar muy cerca, entró a la ducha.

-¿Qué haces aquí?

-Tú me llamaste.- se acercó a mi oído para seguir susurrando- ¿Estás enfadado por esto?

Su mano acarició mi trasero y uno de sus dedos se puso entre mis nalgas, rozando mi entrada.

-¿Por qué haces esto? -dije mientras mi respiración iba haciéndose más agitada.

-¿Por qué? -soltó una pequeña risa y mordió mi cuello- Porque me encanta verte así.

Dos dedos hicieron un tosco ingreso a mi interior, causando algunos quejidos mientras él los habría como tijeras.

-Scott...-articulé mientras mordía mi labio inferior.

-Tan necesitado...

Sacó sus dedos y yo solté un gran gemido en forma de queja. El ojiazul se limitó a abrir mis redondas nalgas y poner su erecto y caliente miembro entre ellas.

-Tienes erecciones muy a menudo, ¿no?-alcancé a decir con cierto sarcasmo.

-Cada mañana.

Se apegó a mí, causando me que me apoyara en la fría pared. Introdujo su falo lentamente, no me había aplicado ningún lubricante.

Scott abrió la llave de la ducha.

-Así será más fácil. -dió la primera embestida.

Éste sólo fue el inicio de jadeos y susurros con nuestras voces ligeramente roncas por el placer.

Entraba y salía de mi interior con facilidad, mientras mi entrada apenas podía recibirlo totalmente.

-No...-proferí con dificultad- No tan fuerte...

Cerró la llave de la tina y me volteó hacia él, sus fuertes brazos levantaron mis piernas.

Me estaba cargando, pero así no podría dedicarse a llenar mi pequeño agujero, así que, hizo que mi espalda de apoyara en la pared otra vez.

Comenzó a penetrarme otra vez, pero lentamente. La nueva posición le permitía enterrarse profundamente en mí.

Los jadeos de mi parte no se hicieron esperar. Esa deliciosa y profunda lentitud me hacía enloquecer.

-Ah... -gemí- Más rápido...Sco-

No pude terminar de hablar por sus repentinos movimientos, volvió a embestirme con fuerza. Él sabe como hacerme enloquecer, tocaba mi punto sensible sin compasión.

Ésto es tan... Salvaje y jodidamente bueno a la vez.

Mis brazos se cierran alrededor de su cuello, acercándome a él para degustar sus labios con ferocidad. Realmente disfruto esto.

- Mitch...- gruñe con una sexy voz cerca de mi oído después de nuestra unión de labios- Me encantas...

- Tú a mi también- respondí con una aguda voz en un tono sensual.

- Me fascinas...

Mordió una de mis clavículas con fuerza mientras seguía penetrándome, llevó una de sus manos hacia mi erecto miembro y lo martubó a la velocidad de sus embestidas.

Me siento en el puto paraíso.

- Yo...- traté decir entre gemidos mientras mordía mi labio inferior- No puedo más...

- Espera...

Aumentó la velocidad de sus embestidas, junto con su mano que se encargaba de llevarme a un jodido paraíso de placer. Su boca se acercó a uno de mis pezones y comenzó a morderlo suavemente, casi parecía un bebé tratando de lactar.

Y, en medio de toda aquella mezcla de variadas sensaciones adictivas, eyaculamos al mismo tiempo. Él cerró la llave de la ducha y salió de mi interior, casi caigo al piso, mis piernas no me respondían correctamente. Scott me cargó en brazos, no se tomó la molestia de cubrirse o cubrirme a mí con una toalla. No, él decidió caminar totalmente desnudo hasta la cama y dejarme ahí.

- Creo que después de esto- dije una vez en la cama, con unas mejillas sonrojada- , merezco saber tu nombre, ¿o no?

- Si tanto insistes...- se acostó a mi lado y me abrazó, obtuve una cálida sensación al estar entre sus brazos- Mi nombre es Scott Richard Hoying.

- Es un sexy nombre- susurré ocultando mi rostro en su pecho- Espera... ¿lo dije en voz alta?

- Sí.- profirió para, después, soltar una hermosa risa.

Pasaron unos cuantos minutos, y yo me dediqué a mirarlo y devorarlo con la mirada. Él parecía estar dormido, me daba la libertad de apreciarlo por completo, ¿qué más podría hacer? Estoy tan cerca de él y ambos estamos totalmente desnudos, puedo sentir su suave piel contra la mía, tenía un fornido cuerpo que, para mí, estaba hecho por los dioses.

Tenía unos grandes y fuertes hombros que dejaban notar un poco unas clavículas atrayentes, me pregunto... ¿cómo se sentirá morderlas?

- Detente.- su voz hizo que me exaltara.

- ¿Qué sucede?- pregunté mientras sentí como una calor se agolpaba en mis mejillas.

- Llevas más de cinco minutos mirándome fijamente mientras te muerdes el labio- me miró con esos hermosos ojos color cielo- , ¿en qué piensas?

El blondo esbozó una sonrisa lasciva, ¿me está tentando?

- En nada.- traté de mirar a otro lado, pero él colocó su mano en mi mentón para obligarme a mirarle.

- Oh, vamos- susurró con esa voz sexy otra vez- ¿Qué? ¿Quieres un tercer round?

Yo simplemente me atiné a enrojecer aún más que un tomate maduro.

Entre tus brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora