Me siento... bien, la verdad. Ahora mismo, día 20 de diciembre del 2015, las doce menos cuarto de la noche, sigo teniendo ganas de suicidarme, pero no sería capaz de hacerlo, porque algo bueno me estará esperando algún día, yo lo sé. Algo bonito me pasará, y agradeceré no haber cumplido los deseos presentes ahora mismo en mi cabeza, basados en desaparecer.
Ya está, no quiero escribir más sobre lo que reina en mi interior, pues no sé traducirlo en palabras, y además, infinitas de ellas seguro no serían suficientes.
Mi día a día básicamente gira entorno a mi ansiedad, mi depresión, mis ganas de suicidarme y el instituto. Sí, lo sé, vaya días, ¿eh? Pero no están tan mal, supongo que una se acaba acostumbrando.
Mi nombre es Inés, vivo en Madrid y tengo diecisiete años. Mal o bien vividos, según cómo lo mires. Tengo dos hermanos, una niña y un niño, ambos pequeños. Un padre, una madre, dos abuelos, dos abuelas, tres tías, dos tíos, y... no sé, ¿diez primos? Sí, sí, buena familia. Todos educados, algunos más que otros, buenas personas en general, con dinero en sus bolsillos y en sus cuentas corrientes. Guapos, divertidos, algunos arrogantes y despreciables, pero se podría decir que mi familia materna sí es familia. Vivo en una casa amplia que consta de más una habitación, junto a unas veinte casas iguales a la mía situadas a mi alrededor, formando una urbanización. Me gusta vivir así, en ocasiones en verano puedo ver cómo viven las demás familias, enterándome de sus problemas y sintiéndome aliviada por no ser la única que los tiene.