...cuando apareció...

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No hacía ni dos semanas que había empezado el instituto y ya me encontraba con varios moratones en el torso y en la cara producidos por las palizas.
-¡Ya estoy harto!-pensé, pero, quién soy yo para cambiar nada, no soy nadie, sólo soy un bicho raro y molesto, al que amarga la vida a los demás con su existencia.
Cuando terminé de verme los golpes me encerré en mi habitación, estuve llorando y perdido en mis pensamientos hasta que oí la puerta de la entrada, era mi hermana, a la que intenté esconder el moratón que tenía en el ojo derecho con una gorra de los Red Eagle que tenía en mi armario, pero a la chica morena no se le escapaba ni una, cuando me vio me quitó la gorra de cuajo que creía que me iba a arrancar la cabeza y me vió el golpe. Me cogió el rostro de para ponerla frente a la suya mientras yo veía su cara de preocupación
-¿Quien es el capullo Aris?- su expresión pasó de preocupado a enfadado.
-Nadie- dije no muy convincente, pero fue suficiente para que me soltara la cara, pero sus ojos negros seguían clavados en los míos.
- Te dejo en paz porque sé que no me lo vas a decir, pero si me entero de quién es no respondo a mis actos- dijo con tono enfadado, lo que me sacó una sonrisa y a ella también- te quiero hermanito- acto seguido me dio un beso en la mejilla y salió de mi habitación con una energía que no sabía de donde las sacaba.
Al dia siguiente no fui a las primeras clases ( tampoco se me daba bien estudiar) estuve en las gradas del campo de fútbol perdido en mi mente, como siempre que podía, cuando apareció él, Robert, era un chico de mi clase y uno de los tantos que me hacía la vida imposible, no me hacía gracia encontrarle ahí, era de estatura media, un tanto rellenito, ojos pequeños de color avellana y pelo negro junto a una barba en crecimiento. Con ina expresión triste iba caminando despacio y con los ojos clavados en el suelo, hasta que se percató de mi presencia y le cambió el rostro enseguida, ahora tenía la misma sonrisa pícara y ojos desafiantes de siempre, estaba dispuesto a irme cuando...
-¿A dónde vas, negro?- dijo con un tono burlón, me giré y le fulminé con la mirada, de la rabia salieron unas palabras de.mi boca que creía que no estaban ni en mi vocabulario.
-¡Donde no te pueda ver, gilipollas!- enseguida se puso serio, caminó con paso seguro hacia mí hasta quedar a escasos centímetros de mi rostro, me.cogió del cuello tan fuerte que no podía respirar, estaba tan asustado que me quedé quieto y callado, le miré a los ojos y sólo transmitían rabia.
-¡¡¿Quién coño eres tú para hablarme así?!!!- gritó con la voz temblando de ira, yo estaba en shock, no podía pensar, no podía hacer nada. Me tiró en el suelo y me soltó.
-Que no se vuelva a repetir- dijo, después de recibir una patada en el torso y un escupitajo en la cara de su parte, cuando se fue, me quedé en medio del campo de futbol vacío, llorando por mi asco de vida y del dolor de la patada que he recibido.
Así era mi día a día: golpes, humillaciones,lágrimas y decepciones, solo por ser un poco diferente de los demás, ¿no puedo ser persona?

Love DiedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora