Las mañanas no parecían cambiar en la ciudad de South Park donde cualquier locura se hace realidad, era un día desolado y frío para Craig Tucker, el azabache más rudo de toda la escuela y, se podría decir, de toda la ciudad. El reloj marcaba las 3:41 AM, se había levantado muy temprano, una cosa inusual de él, a causa de esto agarro la almohada para ponérsela en la cabeza y poder reconciliar aquel anhelado y maravilloso sueño, ¿por qué?, simplemente contenía a su delirio rubio si, así es, al cafeinomaniaco de Tweek Tweak. Las ganas de verlo carcomían sus ideas y pensamientos del orbe azul.
El tick tack marcaba las 6:12 AM, todavía no lograba conciliar el sueño, de una buena vez se dio completamente por vencido y decidió irse a bañar y demás para matar el tiempo, quizás de esa manera olvidaría las ojeras de su mejor amigo y los cabellos despeinados, además de esa manera de hablar que lo volvía loco con sus tics y todo el paquete que traía consigo. De tanto pensar y pensar los minutos pasaron volando como las oportunidades de Craig al querer olvidar algo que es imposible.
Se bañó de un momento a otro, sin notar ya lo que hacía, su cabeza insistente en él, no daba para más. Ya vestido con el típico chullo azul con el singular pompón amarillo, pantalones negros y suéter azul dejo salir un suspiro y tomo su bolso metiendo unos cuadernos, unos lapices y el teléfono, con éste último decidió tomarlo y revisó los mensajes, sin antes quedarse observando su foto de pantalla de él y su rubio, en dicha foto el azabache se encontraba sonriendo, lo cual no va con él en ningún sentido, sin embargo, que se esperaría si estaba acompañado por Tweek.
De repente oyó un sonido y de inmediato guardó el teléfono, al mirar noto una cara conocida, la de su hermana, ya en proceso de desarrollo, de unos 16 años, le hizo señas para que bajara a comer y luego se fue sin decir nada, no le importo lo más mínimo y bajo las escaleras con el morral en mano. Se sentó sin saludar a su mamá ni a su papá, esto no le gusto al padre de Tucker por lo que lo regaño sin despegar la vista de su periódico, y sin esperar Craig desvió la mirada y realizo la seña famosa del chico. Enseguida se fue dejando con las palabras en la lengua a su padre; la relación entre estos no es precisamente la mejor en el universo.