Vuelta a casa

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Nari

-¿A no? ¿Y quién impedirá que nos hagamos con ella? ¿Tú?- paso por su lado empujándola con mi hombro. - Dime donde está.

-Oh, cielo, te equivocas. Nadie te lo impedirá, menos yo. Pero no creas que voy a regalártela, deberás ganarla.

-¿Por qué? Fue su madre quien pidió que se creara la daga, posee el derecho de tenerla. - dice Lucy.

-Yo no estoy tan segura. Su madre posee el derecho, no ella. - Edmund avanza un paso con la intención de hablar, pero Cora alza la mano para detenerlo. - Sin embargo, puedo darte una oportunidad de conseguirla.

-¿Qué tengo que hacer?- pregunto de inmediato, esperanzada.

-Una única oportunidad. -dice en voz baja y tranquila, mientras camina de espaldas a nosotros.

Nadie dice una palabra hasta que llega a su trono y se sienta. Nos miramos entre nosotros, esperando que algo suceda. No es hasta que doy un paso que el suelo comienza a temblar. Me giro para asegurarme de que están bien, pero al parecer solo tiembla bajo mis pies.

-¡¿Qué sucede?!- grito a Cora.

-¡Tu oportunidad a empezado! ¡Aprovéchala!

Desde este momento odio los suelos temblorosos. Sobretodo si se rompen y separan de, resto del suelo en un circulo perfecto, como sucede ahora mismo. Y cada vez se separa más, dejándome ver el vacío negro e infinito entre el circulo y el resto del suelo.

-¡Salta! - grita Susan con las manos a cada lado de su boca- ¡Vamos! ¡Salta!

Intento saltar en su dirección, pero una cortina de piedras que caen del techo me lo impiden. El circulo mengua demasiado rápido, así que salto al otro lado. Pero estoy muy lejos, y para evitar caer la vacío me sujeto del borde.

-¡Nari! - giro la cabeza con dificultad, ya no caen piedras.

Abro los ojos de par en par: Peter salta y cae de pie en el circulo. Después da dos pasos hacia atrás, corre y salta. Cierro los ojos, no quiero ver su cuerpo desaparecer en la oscuridad.

-Dame la mano. - subo la mirada sorprendida.

Él a conseguido llegar. Está de rodillas en el suelo, alargando su brazo y con una notable preocupación en su rostro.

-¿Cómo has ...¡Ah!- un trozo de roca bajo mi mano se desprende. Ahora solo me sujeto con una mano.

-Coge, rápido.- le doy la mano y él me sube como si no pesara nada. -¿Estás bien?

-Sí.

Nos levantamos y corremos. Me detengo frente al trono de Cora: conseguir la daga no puede ser tan fácil. (pasando por alto el echo de que casi muero, no habría sido tan difícil) Peter también se detiene, mirando a todos lados.

-¡¿A que demonios esperáis?!-grita Edmund- ¡Seguid corriendo, nada os lo impide!

Justo en ese instante se escucha un ensordecedor rugido. Una de las paredes se separa en dos y aparece una enorme bestia , con cuerpo de león (uno gigante, mil veces más grande de lo normal) y cabeza de buey (uno también mil veces más grande de lo normal) 

Narnia: la sexta reina (Peter Pevensie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora